jueves, 10 de abril de 2008

Au revoir

Tanto tiempo colgado, ahí, el pobre de Román, que encima no se lo merece para nada. Pido disculpas a mis pocos pero fieles lectores. Hubo un terrible huracán en mi vida que se llevó a París de mi existencia y milagrosamente me lanzó cual bola de cañón entusiasmada hacia Madrid. Y con la pérdida de la ciudad luz también se fue l’agence y mi triste experiencia como ñoqui profesional.

No vamos a perder tiempo con detalles poco afortunados de la mudanza, ni con la patética despedida que me hicieron mis colegas de la oficina parisina.

Lo importante aquí es que Milky Girl sobrevivió y los espera en su nuevo blog: Maybe, Baby.

jueves, 21 de febrero de 2008

Encore Romain

¿ Por que te vas ?
¿ Por que  no ha dicho nada ?
Estamos muy muy triste como si fueramos la lluvia… :(

viernes, 15 de febrero de 2008

Small and white, clean and bright



Hoy a la mañana, en vez de « otherwise » me salía « edelweiss ». Al final terminé escribiendo « if not ».

Y pensar que fui English Teacher.

Qué vergüenza !

jueves, 14 de febrero de 2008

From Romain, with love

A menos de una semana de dejar definitivamente l’agence, por fin recibí en mi casilla de correos profesional el primer mensaje de email personal, de parte de un compañero de trabajo.

A no entusiasmarse con la idea de que empecé a hacerme amigos.

Copio aquí las líneas recibidas, y dedico este corto pero célebre post a mi hermano que hoy a la mañana justamente me decía que no soy tan hija de puta en la vida.

¡ Augustina, tu eres una mala persona !
Quiero escribir mas pero no hay muchas palabras en mi español…
¡ Te odio !

miércoles, 13 de febrero de 2008

Confirmadísimo

Que te saquen sangre en francés es menos impresionante que en español.

lunes, 11 de febrero de 2008

Nuevos aires



Después de un fin de semana más que fructífero (tu marido embaló 20 cajas, vos sólo 2) y soleado, el lunes a la manaña te despertás entre nubes de optimismo.

A las ocho y media le abrís la puerta al pibe de la empresa de mudanzas que viene a hacerte el presupuesto. Te dice que tenés un poco más de volumen de lo que habías descrito por teléfono y te pregunta si la competencia ya te dio otros precios estimativos. Le decís que sí, que el mejor precio que tenés es de 2000 euros (mentira total, te pasaron fortunas) y el pibe te pregunta si ya vinieron a evaluar in situ. Decís que no, tu marido abre los ojos como dos huevos fritos y te dice “sí, los ingleses que vienen el miércoles”, codeándote y decís que “ah, cierto, me había olvidado”. El pibe te dice que si firmás con ellos hoy, te hace un precio de 1900 y cuando ya estás agarrando la birome, tu marido grita “firmamos ya si nos hacés 1700”. Trato cerrado, problema solucionado y euros ahorrados, te vas a la office con todas las pilas.

En internet encontrás un pasaje para ir a Madrid que pagás con tus millas acumuladas y encima viene la polaca y en vez de putearte por la cagada que te mandaste cuando la reemplazabas, te regala un collar divino que te compró en Cracovia.

Puede ser que las cosas estén cambiando?

martes, 5 de febrero de 2008

Stand by


No da.

Mudanza internacional, más búsqueda de piso en Madrid, más búsqueda de alojamiento para hermano y amigo en París, más laburo, más renuncia, más trámites, más traducción en negro…

Desgraciadamente la suma de todas las partes da un resultado negativo : menos blog.

Y porque además tenés miedo de convulsionar como cuando de chica te agarraban esos ataques epilépticos.

El sólo recuerdo de aquellas épocas te da escalofríos.
Largas pérdidas de conocimiento. Pánico familiar. Ojos en blanco. Gente que pregunta si te babeás.

No da la regresión y empezar en la treintena a consumir Divalproato de Sodio otra vez.

Ya estás grande. Y además, acá no es tan simple comprar dulce de leche como para esconder la pastillita en una buena cucharada y digerirla mejor.

Mejor prevenir que curar: un pequeño stop y después de la pausa volvemos, chicos.

lunes, 4 de febrero de 2008

Oops

Un lunes que comienza con un viaje de cuarenta minutos en autobús a las 8 de la mañana, sentada al lado de una señora que decidió desayunar en su trayecto matutino un bocadillo de salame apestoso, no puede continuar bien.
Evidentemente.
En tu último día de reemplazo de la polaca, mandaste un mensajero en moto a una imprenta que queda a 180 kilómetros de la agencia. No, no te equivocaste de dirección. Lo que pasa es que no había que mandar a nadie: ellos lo venían a buscar.
“Pero y yo cómo iba a adivinar que La Loupe queda en el culis mundis y que eran ellos los que lo recogían, si nadie me avisa?”
La recepcionista de l'agence te pone cara de infarto y te dice que esto va a salir una fortuna: 60 bonos.
“Merde! 60 euros por una mensajería en moto?”
No, darling. Sesenta bonos: cada bono sale cuatro euros con cincuenta...Hacé el cálculo.
Cara de poker y retirada silenciosa.
Una semana que comienza así, sólo puede empeorar. Tengo miedo...

viernes, 1 de febrero de 2008

If




Si fueras un travesti y vivieras en India, cómo te vestirías ? Con un sari, por supuesto. Estarías entre el millón de integrantes de la casta de los hijras, y hasta tendrías tu propia fiesta « religiosa » con tu propio dios (Krishna) a finales de abril, en la ciudad de Koovagam.

La leyenda dice que en las vísperas de una batalla, un astrólogo aconsejó al clan de Pandavas a que sacrificaran a un hombre perfecto si querían obtener la victoria. El joven Aravan aceptó morir, pero exigió poder casarse esa misma tarde y así poder disfrutar de su noche de bodas antes de quitar este mundo. Ninguna mujer se interesó en la propuesta (a ninguna le causaba gracia quedarse viuda tan pronto) y entonces el dios Krishna se « disfrazó » de mujer para satisfacer su último deseo. Tras la noche de lujuria, Aravan fue decapitado.

Todo esto lo aprendí en un documental que vi en Arte, Des Saris et des Hommes, en el cual la fotógrafa Anita Khemka investiga sobre estos seres. En general son rechazados por sus familias, viven en comunidad bajo las órdenes de un gurú hijra (cuyos dictámenes son irrefutables), se prostituyen y se adaptan a una jerarquía milenaria con reglas muy precisas. Por ejemplo, la consagración summum de un hijra es el ritual religioso en el cual se lo castra con un cuchillo y sin anestesia.

Anita Khemka –quien sacó la foto que ven arriba- creía que estos individuos nada tenían que ver con ella. Nada más ajeno a su universo que esos hombres perdidos y desgarbados, ultramaquillados, ofreciendo sus cuerpos envueltos en saris. Hasta que, mientras filmaba el documental, un día vio cómo su propio tío estacionaba en la puerta de una casa hijra para solicitar los servicios de un muchacho eunuco de pelo largo.

Muchas cosas que ignoramos, no?

Otra curiosidad que aprendí esta semana es que si fueras pobre y vivieras en Haití, te alimentarías con galletas de barro seco. Pero esa es otra triste historia que tendrán que leer en otro sitio, my friends.

jueves, 31 de enero de 2008

Impedimenta

Hay numerosas reglas tácitas que rigen la vida de las parisinas. Por ejemplo, mejor que no se note que vas a la pelu porque no hay nada más chic que el cabello al natural. Si no tenés un bolso Longchamp plegable, no existís. Más que tener onda, lo básico es que tus prendas sean de calidad (lo cual no implica necesariamente que sean de marca). De esta manera, no sos digna de esta ciudad si no tenés –por lo menos- un sweater en chachemire o un par de guantes de cuero auténtico.

Yo no es que muera por ser una parisina (ya sabemos todos que nunca lo seré), pero como que una se va contagiando de todos estos preceptos femeninos infiltrados en el aire de esta ciudad tan hostil. Y al final te encontrás haciendo lo imposible por complacerlas (a ellas, las parisinas, obvio).

Pero mi pelo sauvage contrasta demasiado con todas esas cabelleras lacias, y cuando trato de controlarlo recurriendo a la planchita o a la peluquería, queda demasiado artificial (según ellas, claro está). La cartera Longchamp la tengo, regalo de mi suegra que hace todo lo posible por ayudarme con tan difícil integración, pero es de color verde fluo al contrario de los tonos pasteles que llevan ellas. El cardigan de cachemire me lo regaló Madre, de color negro y muy suave al tacto, pero algo me dice que el modelo no las satisface (o será que ellas perciben –con el olfato, quizás?- que lo compramos en Monoprix?).

Así que aprovechando las rebajas, y luego de haber esperado eternidades por este momento, el otro día fui a la caza de unos guantes de cuero verdadero. Los encontré en Lafayette, de color rojo y forrados en seda, a sesenta euros (post descuento). Debo confesar que me dolió bastante el bolsillo, pero me pareció que ya era hora de dejar de engañarlas con mi look border y que seguramente con esos guantes ellas se dignarían a mirarme con un poco más de respeto.

En mi cuarta jornada de uso, fui a comprar mi almuerzo a la pizzería de la vuelta de la agencia. Encargué una bruschetta de berenjenas que me entregaron en una caja de cartón que metieron dentro de una bolsa. Caminé 50 metros, cargándola como a una bandeja. Cuando la puse sobre mi escritorio, descubrí que mis tan preciados guantes estaban manchados con grasa caliente que había traspasado todas las capas. Manchas indelebles.

Creo que mi espíritu Milky no cuadrará jamás con el estilo de ellas.
Me rindo.

miércoles, 30 de enero de 2008

Desmesurada


Si sos cuidador de la sala de cine y no me dejás pasar a ver la peli con mi Caramel Macchiato , tenés que saber que el riesgo que corrés es considerable. Porque como yo no me banco ver un film empezado, tengo que beber mi orgasmo Starbucks a las apuradas (no vamos a tirar un producto que costó 4 euros) y más que enojarme por quemarme, me enfado porque me arruinás mi momento relax del día. Entonces, tendrías que recordar que la venganza es un plato que se come frío. O es que no viste Kill Bill?

La cosa no se terminó cuando te puteé y te dejé el vaso de plástico vacío en la mano. No, querido. Hiciste muy mal en confesar que tu superior te reta si encuentran vestigios de comestibles adquiridos fuera del kiosco del cine. Le diste al enemigo too much information. Porque te cuento que yo tenía en la cartera una Carrot Cake cuyas migas desmenucé por todo el pasillo, y que también abandoné la cuchara de plástico en una silla, la bandejita de cartón en el suelo, la servilleta Starbucks sobre otra butaca, y la bolsa con el logotipo en un rincón cerca de la puerta de salida. Te bombardeé con packaging ajeno al MK2. Sin disimulo.

Para que sepas que fui yo.

Ah, la del Kleenex con mocos también fui yo, aunque no lleve mi marca. Estoy con un principio de gripe y nada me haría más feliz que saber que mis gérmenes fueron recogidos por vos, y que ahora empezás a sentirte un poco pachucho.

martes, 29 de enero de 2008

Gangrena


Yo ya lo dije. O es que no quedo claro, señores? Yo no quiero tener un millón de amigos. No quiero ser una víctima de la epidemia Facebook. Ni tampoco me muero por abrir ese sarcófago donde yo tenía enterradas a todas esas personas de mi infancia y adolescencia con extrema intencionalidad. Porque vamos a ser sinceros: si nos perdimos de vista en algún momento de nuestras vidas, fue porque quisimos. O por lo menos porque yo así me lo propuse: vos no valías más la pena.

Alors...por qué me encuentro mandándome mensajitos con AK (quien tiene como foto de su perfil a su hija de 2 años), poniéndonos al tanto de nuestras vidas? Por qué diablos si no sé nada de él desde hace milenios, me interesaría enterarme que se está quedando pelado?

Por qué resucitan todas estas momias como si fueran mis amigos de siempre? No se equivoquen, señores! Mis amigos de siempre siguen siendo mis amigos, no los perdí de vista.

Por qué Lady Petardo se va a cenar con quien supo ser nuestro compañero de colegio el domingo, así, como si nada, enterrando viejos rencores y olvidando el paso de los años?

Por qué desearía yo tener en mi lista de contactos a esa putita con la cual me pelee a muerte a los catorce? No, nena: corto mano, corto fierro, que te vayas al infierno...Vos te quedás bien sepultada, ahí cerquita de Satanás.

Y por qué hay gente de l'agence que quiere ser mi friend online cuando no me dirigen ni la mirada? Pa'que? Y yo...cómo hago para rechazarte si después te voy a cruzar en el ascensor todos los días?

Que alguien me explique, por el amor de Dios, por qué no me borro de Facebook!

Definitivamente, yo no me entiendo.

lunes, 28 de enero de 2008

Rien de rien



La semana pasada vi tres películas.

Charlie Wilson's War, en el cine. Me costó un poquito seguir el hilo conductor al principio, pero después me acomodé bien. Considerando que Le Masque et la Plume (programa radial semanal que critica los films con un hacha) la había recomendado, era un must absoluto salir de la sala vanagloriando la historia.

Ocean's Twelve. En inglés en dvd alquilado: como si fuera chino (y eso que le agregué los subtítulos). Otra vez tres días más tarde la pasaron en francés por la tele (karma MilkyGirl mediante), y otra vez no entendí nada. Pero nada de nada.

Shrek III, en dvd alquilado y en inglés...Me cagué de la risa. Creo que fue lo mejor que me pasó en estos últimos tiempos.

Asi que pido disculpas si en algún momento quien escribe en este humilde blog dio señales de cinéfila intelectualoide, porque evidentemente no lo soy.
Nada más alejado de la realidad.

viernes, 25 de enero de 2008

Party time

Y vos te quejabas.
Ja !
Que por qué no te daban otra cosa para hacer ? Que por qué no te dejaban colaborar con otros equipos ? Ayudar con otros proyectos ?

Y de un golpe, ZAS, llamada del dueño de l’agence, visita de uno que tiene pinta de ser importante, y de repente te encontrás remplazando a la polaca que se va de vacaciones por una semana.

Ella te habla (en francés con acento polaco, of course) de « cromalines » y « gravures », y vos no entendés un carajo, pero no le decís nada porque te da vergüenza confesar que en tantos meses en la agencia nunca moviste un dedo. Por lo menos no de la manera en que lo movió ella.

Y la polaca se va, y te deja a cargo de clientes desconocidos, deadlines, mails y correcciones que tenés que hacer en francés.

Cómo te vas a divertir !

jueves, 24 de enero de 2008

Periférica



La boss nos mandó a cazar frases ecologistas de la página web en inglés de nuestro cliente. Nos dijo que era para una nueva propuesta para la cual necesitaba recolectar la mayor cantidad de green slogans posibles. Y que nos daba 20 minutos porque era un urgent matter.

La alemana presentó cinco presas, de las cuales mi jefa descartó tres.
El inglés, quien supo confesar alguna vez que nunca leyó un libro entero y que sufre de dislexia, anotó cuatro de las cuales la chief seleccionó sólo dos.
Mi lista original era de quince, y con el filtro de mi superior quedó en trece.

Lo cual me lleva a concluir (además de que estoy rodeada de retardados y de que la consigna del día era realmente para infradotados) que soy muy buena buscando. O mejor dicho, encontrando.

Porque si soñas con engancharte un candidato franchute para toda la vida, te aconsejo que dejes de hurgar en Francia y que empieces por Madrid.

Lesson number one.

O lo que se llamaría un óptimo uso de la visión lateral, darling.

miércoles, 23 de enero de 2008

Crucio



Yo lo bautizaría « el rincón de la penitencia ». Como esa esquinita del aula donde en el siglo pasado mandaban al que se portaba mal a mirar la pared o al que no sabía la respuesta a ponerse una vincha con orejas de burro.

Éste está al fondo del open-space, justo al lado de la tetera eléctrica, y se compone de un escritorio como el de todo el mundo (con el mismo ordenador y el mismo teléfono). La diferencia es que –generalmente- éste está vacío, lo cual le da un aire un poco fantasmagórico.
Pero de vez en cuando cae un stagiare adolescente (un pasante o becario) para hacer unas prácticas para su colegio secundario. Y durante una semana nos ofrece siempre la misma imagen decadente.

El pibe llega el primer día, con el culo entre las patas, como si alguien le fuera a pegar por principiante. Se instala en el rincón, alguien le prende la compu y le hace entrega de un folleto que describe con muy pocas ganas lo que hace l’agence. Encorvado en la silla y sin coraje como para osar preguntar “y ahora qué?”, el púber hace como que lee el tríptico durante todo el día y de vez en cuando se cuelga mirando el fondo de pantalla que muestra una botellita de Coca-Cola dando vueltas. El mes pasado tuvimos la excepción de recibir un muchacho audaz que se bajó el messenger y se dedicó a chatear toda la semana sin disimulo. Lo más triste de estas reiteradas situaciones, es que mientras el estudiante realiza su pasantía junto a nosotros (o sea, mientras babea mirando el horizonte por la ventana), nadie le dirige la palabra. Na-die. En todo el día. Durante toda la semana.

Qué impresión les queda a estos tan poco afortunados jóvenes sobre el mundo laboral? Por qué tanto show con la primera experiencia profesional de un teenager si en vez de ayudarlo vas a ignorarlo? Por qué no le ponés una pistola en la boca y apretás el gatillo sin remordimiento ni vergüenza?

Yo juro, en esta agencia, no entiendo nada de nada.

martes, 22 de enero de 2008

Subidón




Ya en la recta final del trayecto en bici que hago desde el metro a l’agence, hay un túnel peatonal que atraviesa por abajo una avenida. Es el típico túnel desierto de Central Park que ves en las películas americanas, en el que te encontrás un cadáver con catorce puñaladas en el pecho o una víctima de violación con la cara desfigurada con ácido muriático. La única diferencia, diría yo, es que los graffitis de los muros del mío están en francés.

Todas las manañas encaro este pasadizo subterráneo con taquicardia, como si fuese Hércules afrontando una de sus doce pruebas. Pedaleo a toda velocidad, disfrutando de mi momento adrenalínico diario, y a veces grito “Gerónimo”.

Algunos se dan con heroína. Mi droga matutina es el túnel.
Vital, diría yo.

lunes, 21 de enero de 2008

Prefiero las sillas




Cada vez que voy a un espectáculo de éstos (cómo llamarlos? ballet moderno? danza contemporánea?)- salgo con la misma impresión: no aportan. No suman.

Restan?

Puedo ir a ver varios pero al final me da la sensación de que es siempre lo mismo.

El sábado acudimos al Théâtre National de Chaillot en Trocadéro. El Ballet National de Marseille había hecho pocas funciones de Silent Collisions (basado en "Las Ciudades Invisibles" de Italo Calvino) y ahora se despedían con Métamorphoses, libremente (muy, si se me permite añadir) inspirado en el clásico de Ovidio. El plus era que los hermanos Campana, stars brasileños del design de reciclaje, habían colaborado con la puesta en escena, la escenografía y el vestuario. Y como sus sillas nos gustan tanto, me encapriché con la ilusión de que esta vez sí que la representación iba a valer la pena.

Pero creo que la falla está en mí. No entiendo bien el mensaje. Igual, ahora tengo la teoría de que no hay nada que comprender, en realidad. Que se trata de saber disfrutar de sensaciones. De poder perderse en esos sonidos tan progresistas, y lograr apreciar esos movimientos tan imprevistos de los bailarines. Pero no es mi caso. Yo sí me pierdo, pero en mis propios pensamientos. No alcanzo a concentrarme en un par de hombres con faldas hechas de goma de neumáticos que saltan como con espasmos. Ni en las mujeres semidesnudas enredadas en argollas de metal. Ni en los otros dos que persiguen -como locos- lo que parecería ser un colosal preservativo destrozado.

No soy capaz de ser una espectadora aplicada. A decir verdad, soy pésima. Como que no me generan respeto. Creo, sinceramente, que con un par de semanas de entrenamiento yo también podría estar haciendo lo mismo sobre ese escenario. Y ser parte de esa troupe tan modernosa. Y cobrar fortunas.

Otras veces tengo la certera convicción de que soy una gran jugadora de rugby en potencia. Aunque se me caguen de la risa.

viernes, 18 de enero de 2008

Yo NO quiero tener un millón de amigos



Cuanto residís en tierras ajenas, suceden encuentros que se generan únicamente por el hecho de coincidir con otra persona expatriada. Yo nunca fui de las que se hacen amigas de otros argentinos porque nunca me banqué que la amistad se basara –exclusivamente- en tener el mismo origen. Si alguien de mi tierra no es digno de ser mi amigo en Argentina, yo no puedo extrapolar la situación y hacer como que su imbecilidad no importa y juntarme a tomar mate y comer alfajores. Es más fuerte que yo. De la misma manera, tampoco puedo simpatizar automáticamente con cualquier hispanohablante sólo porque me va a entender mejor que un francés. Y quizás eso explica un poco la poca cantidad de amistades que tengo en París.

Cuando mi ex jefa de la academia de lenguas me la enchufó a Natu, traté de huirle en vano –prejuzgándola por su manera de vestir tan hippie- pero después de unos minutos de charla decidí que quizás debería darle una second chance. No podía negar que era una buena oportunidad de incrementar mi círculo social y además terminé descubriendo que teníamos varias cosas en común. Ella era madrileña pero había vivido en EEUU durante los últimos cinco años, donde había hecho English Studies en la universidad (como yo) y acababa de aterrizar en París porque se había liado con un francés con el cual se iba a casar. Hablaba apenas el idioma y trabajaba (como yo) dando clases de inglés y de español a ejecutivos. Se me adosó al instante y compartimos varios almuerzos en los cuales ella me contó que estaba haciendo un doctorado a distancia y yo disfrutaba constatando que ella estaba mucho más perdida que yo en esta ciudad.

Intentamos ir al cine juntas una vez, pero no coincidimos en la elección de la peli: ella quería ver una donde Eddie Murphy representaba a varios personajes de la misma familia, y yo deseaba ver una que a ella le pareció poco interesante dado que no conocía el nombre de ninguno de los actores protagonistas. Suspendimos la salida y yo me quedé con un saborcillo amargo: cómo puede ser que alguien que está escribiendo una tesis para un PhD de Literatura & Letras muera por un film de Eddie Murphy?

La siguiente vez que la vi, nos encontramos en un bar con su chico francés, a quien ella había conocido en un vuelo transatlántico. Nico era un músico pelilargo, con un par de aros en la oreja y vestía a lo gótico. Intenté entablar una conversación en español pero Natu me aclaró que él no lo hablaba. Seguí en inglés pero tampoco. Entonces pasamos al francés, dejando a Natu fuera de toda participación posible (en qué idioma se comunicarían estos dos tortolitos, es un misterio que nunca pude descifrar). La búsqueda de afinidades no fue fácil, y empeoró realmente al cabo de una hora cuando él decidió ponerme a prueba, enumerando una serie de artistas para que yo le diera mi opinión: coincidencia cero.
“Ej que a nosotros nos gusta mucho la música”, me confesó ella, “y sobretodo cantar...Alá! Por qué no vamos a un karaoke?!”. Le dije que no, gracias, que cantar no era lo mío, pero parece que no le importó. Me arrastraron hacia la calle y me llevaron a un antro asiático que prometía lo peor. Nos recibió una oriental que con mala gana nos hizo visitar las private rooms para “cantar”. Cada una de las salas estaba completamente alfombrada (paredes y tarimas incluidas), con una macro pantalla plasma empotrada y varios micrófonos conectados a un control. Una puerta de otra chambre se abrió y dentro pudimos ver un montón de ojos achinados posados sobre una muchachita de ropas ligeras que entonaba con chillidos de marrano coreano una melodía de Britney Spears.

“Lo siento. Me tengo que ir”, les grité a Nico y a Natu, antes de dejarlos abandonados en tan bizarra cueva. Monté las escaleras a una velocidad de quien corre por su vida, y no me detuve ni me di vuelta hasta alcanzar el vagón del metro.

Después del episodio, Natu me llamó varias veces. Yo nunca le respondí, pero le envié un par de mensajitos. El primero decía que estaba enferma, que no podía quedar con ella. El segundo le informaba –falsamente- que yo ya no vivía en el país, que me había mudado repentinamente a España.
De esto hace ya casi un año. Un año de pánico de cruzármela por las rues parisinas y tener que excusarme por mi conducta, inventándole algún otro cuento. Por ahora Natu sólo me atosiga a través de Facebook, exigiéndome en múltiples ocasiones que la acepte como amiga.

jueves, 17 de enero de 2008

Meant to be



La primera vez que lo vi, fue en la pantalla grande de un cine parisino. Él coprotagonizaba "The Dreamers" (de Bertolucci) con Eva Green y Michael Pitt, y yo me encontraba en la ciudad luz en calidad de turista, acompañada de Chess y su marido. El flechazo fue inmediato. Me conquistó con su mirada perversamente profunda y su imagen de enfant terrible.

Pocos días después, mientras paseábamos por l’Île Saint-Louis, nos lo cruzamos por la calle. Él, tan alto, tan joven, con su melena al viento y un look más que francés (chaqueta de corderoy, pantalón de vestir, camisa arrugada, foulard de mujer). Chess no estaba tan convencida de que realmente fuera él; para mí –en cambio- no cabía duda alguna y además el hecho de que él se llamara Louis como la isla, me parecía una señal más que importante.

"La Princesse de Clèves" es una novela de La Fayette de 1678. Es la historia de una joven que acepta casarse con el príncipe de Clèves (cómo decirle que no a un príncipe?), pero que poco después conoce al duque de Nemours, de quien se enamora pasionalmente.

El canal Arte está produciendo una adaptación de este libro bajo el título de “La Belle Personne”. El protagonista masculino es Louis Garrel, y el rodaje comienza este sábado, en la esquina de mi casa (según lei en un aviso de Producciones Scarlett que está pegado en el interior de mi edificio).

Es mi excitación que me lleva al delirio o claramente hay señales por todas partes? Hoy me desperté convencida de que estamos hechos el uno para el otro. Esta noche le presento el divorcio a mi príncipe y el weekend me voy con mi duque. No se puede luchar contra el destino: yo sé que él me está esperando...

miércoles, 16 de enero de 2008

Poderes fantásticos, actívense!



Lady Petardo llegó al colegio con 11 años, la túnica del uniforme transfigurada en minifalda y besos gratuitos para todo el mundo (incluso para los varones!). Nos separaba –además de la diferencia del largo de la falda, que en mi caso y en el de Chess era por debajo de las rodillas- su modus operandi social tan abierto, el uso prematuro de corpiños, y su actitud cancherita de llevarse el mundo por delante (muy a pesar de sus brackets).

Intentamos domarla desde el principio: primero con la indiferencia, luego enviando a Déborah Ositiansky para que la atara a una silla con el cinturón azul marino y le pegara. Pero Lady Petardo no cedió ni con los golpes. No sólo nunca pagó su derecho de piso, sino que encima se vengó haciendo una gran fiesta para su cumpleaños (que casualmente era el mismo día que el mío) y dejándonos fuera de la lista de invitados.

Si en ese momento hubiésemos sorteado el premio de enemiga eterna, seguro que Lady Petardo se lo ganaba. Pero algo inesperado sucedió (no pregunten qué fue porque ninguna de las tres lo recuerda): en menos de lo que canta un gallo y contra todos los pronósticos, Lady Petardo pasó de ser persona non grata a amiga para toda la vida.

Y al final fuimos nosotras (Chess y yo) las que nos transformamos con ella. Empezamos a acortar el dobladillo de la falda, a saludar a las chicas y a los muchachos con un beso (sin ruborizarnos), y a comprarnos corpiños Caro Cuore.

En algún momento de nuestra adolescencia nos mandamos a hacer un medallón para cada una, con nuestras tres iniciales grabadas, que colgábamos del cuello con un cordón negro para darle una onda hippie. Nos encantaba que el mundo estuviera al tanto de nuestra verdadera amistad. Aunque más de una vez nos hicieran comentarios despectivos o nos lanzaran miradas de “ilusas, van a ver dónde queda esa amistad dentro de unos años”.

Con el paso del tiempo y tanta mudanza, debo confesar que desconozco dónde se encuentra el tan añorado medallón. Lo que sí sé es que -después de casi dos décadas- la esencia de nuestra amistad sigue intacta, burlándose olímpicamente de las distancias y de la incredulidad de algunos pobres infelices.

martes, 15 de enero de 2008

Bumerang


Náuseas.
Temblores.
Escalofríos.
Sudor.
Fiebre.
Calambres.
Espasmos.
Retortijones.
Ganas de morirte.

Y vos pensaste que el post de ayer te iba a salir gratis?
No, querida.
Todo se paga en la vida.
Y éste fue cobro inmediato.

No, no se puede decir todo lo que uno piensa…Hay que saber filtrar, querida.
Qué? Libertad de expresión?
Ja !
A ver si entendés: no todo es publicable.
En la vida hay que saber ser políticamente correcto.

Y vos pensabas que era una intoxicación de sushi ?
Ja !
Me hacés reír !

lunes, 14 de enero de 2008

Une petite histoire




Bal de la Galette” se leía sobre la cartulina que colgaba de la puerta de la Salle Molière del edificio municipal que alberga –entre otras cosas- la biblioteca de mi barrio. Esto fue el viernes y yo había pasado para renovar el préstamo de un libro en italiano que leo de vez en cuando para no perder los conocimimientos básicos de la lengua de mis ancestros. El hecho de que fueran las seis de la tarde y de que nunca antes había escuchado hablar de un baile de la galette, despertó salvajemente mi curiosidad.

La galette es una especie de torta que se hace en Francia para reyes y que –hasta donde yo entiendo- está hecha de pasta de almendras. En su interior tiene escondida lo que ellos llaman una fève, que no es otra cosa que un muñequito resistente al calor. La tradicion quiere que los comensales se junten el 6 de enero para celebrar l’Epiphanie, y que a la hora del postre el integrante más joven de la familia se meta debajo la mesa y sin espiar vaya dando órdenes para elegir al destinatario de cada porción.

En nuestro caso, por ejemplo, la hermana menor de J –Margot de 17- se mete a las puteadas y encogiéndose como puede abajo de la mesa, y va gritando “esa para mamá, la próxima para papá”, etcétera, etcétera. Al que le toca la sorpresita –si por milagro no se atragantó ni se ahogó- se lo denomina rey de la journée, se lo corona con una diadema de cartón y tiene entonces que elegir su reina (o rey, en el caso de que la persona afortunada sea mujer).

Me acerqué un poco más para investigar lo que sucedía en aquel desconocido rincón del inmueble de la biblioteca, con la esperanza de poder dilucidar el misterio y ver si lograba incrustarme en una fiesta ajena, comer un poco de galette y –quizás- hacer nuevos amigos parisinos. Una festichola en la planta baja de una bibliothèque me parecía algo muy raro.

Y efectivamente era un festejo de lo más bizarro. La sala tenía toda la pinta de la fiesta patética, a la cual le faltan personas y le sobra comida, con una pista de baile desierta y demasiado iluminada, y música ochentosa a bajo volumen. Los protagonistas del Bal de la Galette no eran otra cosa que un puñado de enanos –de variada edad, creo- que se miraban entre sí, charlaban con cierta timidez, pero que no osaban exponerse al dancing.

Tardé en reaccionar y comprender que no estaba en el rodaje de una película de David Lynch. Un cartel en el lado interior de la puerta anunciaba el evento organizado por una asociación de personas de petite taille. Recibi un par de miradas hostiles pero sólo logré volver a la realidad con un “excusez-moi” que me lanzó un padre de petite taille que traía a su hijo de petite taille, y que me hacía señas para que los dejara pasar. Quise ofrecerle mi ayuda para colgar sus abrigos en un perchero demasiado alto y por lo tanto fuera de alcance para ellos, pero me di cuenta a tiempo que luego les sería más que difícil recuperar sus pertenencias. Me di media vuelta y me fui, maldiciendo mi estatura de Gulliver que me hizo perder el privilegio de presenciar cómo un enano se metía de pie y sin agacharse bajo la mesa, para poder elegir al roi de la soirée.

Quién te dice, yo podría haber sido la reina.

viernes, 11 de enero de 2008

A ticket to fame




A veces siento que Dios me observa. No sé si es él o si ese feeling de ser superior omnipresente es una suerte de paranoia Big Brother. Como que hubiese alguien que registra todo. To-do. Toda nuestra imbecilidad. No me digan que nunca pensaron en que estamos vigilados 24 horas al día? Cámaras en la cocina, en el baño, en el dormitorio, en el ascensor, en el auto, en la oficina…Todo queda grabado para el día del juicio final.

Ayer me pasé una hora y cuarenta minutos cantando y bailando frente al televisor, mientras miraba el concierto de Soda Stereo que Madre me mandó desde Argentina en dvd. Sola. A todo volumen. Haciendo mucho barullo. Desafinando a gritos. Mirándome en el espejo mientras hacía como que tocaba el bajo. Y no me puse en bolas porque ya me pareció demasiado.

Cuando llegó mi marido le dije –agitadísima- que quería fumar, beber alcohol y drogarme.

“Quiero ser una rock star, entendés?”, le grité, dando brincos de ansiedad por el salón.

No cabe duda alguna: estoy nominada.

jueves, 10 de enero de 2008

Pas juste la vie


A eso de la una vino Romain a invitarlo a Rod a comer pizza. En vistas de una oportunidad de salir y sociabilizar un poco, me enganché al programa cual garrapata.
Muy desubicada.
Al final se adosaron la alemana, X, e Y (realmente no conozco los nombres de estos dos últimos personajes, aunque a Y lo vi varias veces en fiestas de unos amigos en común).

X me preguntó si yo era griega.
Y me confesó que –aunque toda la vida vivió en París- no conoce Londres.
Romain se comió la mitad de mi pizza.
La alemana reveló que gana la mitad que yo.
Y Rod que su salario es un tercio del mío.

Por qué el farniente se cotiza tan diferentemente?
We'll never know.

miércoles, 9 de enero de 2008

Quejica


Estoy leyendo un libro autobiográfico de la infancia de Michel del Castillo. Exiliado español en Francia con su madre republicana, primero va a parar a un campamento de refugiados y luego –ya sin su mamá y a los nueve años de edad- lo trasladan a un campo de concentración en Alemania.

En el viaje en tren, todos los niños amuchados se mean y se cagan encima. Y no pocos mueren. En manos de los nazis sufre el hambre, el frío, el trabajo forzado y -por supuesto- el maltrato. Describe lo que él llama la “caza de la muerte”: cómo van cayendo los detenidos –día tras día- de a decenas.

Por milagro logra sobrevivir y al finalizar la Segunda Guerra comienza su adolescencia en un internado religioso de Barcelona. Los curas se empeñan en descargarse con los jóvenes. En la página que acabo de terminar a uno lo desnudaron, le ataron las manos y los pies a la pared, y le dieron doscientos diez latigazos.

Y yo protesto porque en l’agence no hay trabajo...

martes, 8 de enero de 2008

Escatología de luxe



Hacía ya varios días (por no decir semanas) que nuestro inodoro funcionaba mal. Tirar de la cadena era una suerte de ciencia ya que requerría un alto grado de destreza para no mojarte la mano en el tambor cuando levantabas el cilindro central y bajabas la palanquita de la izquierda.

Vaya a saber uno por qué, el sábado a la mañana J decidió que ya era hora de acabar con esta pesadilla y se puso manos a la obra para reparar de una vez por todas el WC. Me advirtió que hiciera mis necesidades porque luego cortaría el agua y no podría hacer uso del toilette. Hice pis y volví a la mesa a terminar mi desayuno, completamente despreocupada por las “otras” descargas orgánicas ya que–como la mayoría de las mujeres de mi edad- tengo bastantes problemitas de estreñimiento. Di la última cucharada a mi Activia con ciruelas, y me puse a leer mientras mi marido se dedicaba a lo suyo con sus herramientas y su espíritu de plomero.

No había pasado ni media hora cuando la naturaleza hizo su llamado (por primera vez en la historia el maldito yogurcillo tuvo efecto inmediato!) y al instante le comuniqué a J que necesitaba hacer uso de las instalaciones en reparación.

No way. El agua está cor-ta-da. Entendés? Y el inodoro desarmado. Asi que imposible reconectarla.”

Merde! Dónde podría ir? No conocemos a ningún vecino y además, yo soy de esas que sólo logra hacer number two en su casa. Traté de controlarme y aguantarme, pero no pude. En breve empecé a sudar de la desesperación y a generar espasmos abdominales. Dónde podría ir?

El toro por las astas, me dije. Me puse mis pendientes de perla y oro blanco, mi anillo de diamantes, un sweater de chachemire y la chaqueta Louis Vuitton. Me maquillé un poco, agarré los guantes de cuero negro, salí y me fui en bici al Bon Marché (la galería comercial más fina de París). Encaré la entrada con una actitud de star (tal y como alguna vez lo hizo mi amiga Emily al entrar al Ritz en solerita y ojotas), saludé al guardia y comencé a recorrer con cierto apremio los pasillos de ropa de moda y precios irrisorios. Tardé un buen rato en encontrarlo –y además debo confesar que me retuvo como hipnotizada el stand de Tsumori Chisato y que para disimular un poquito también debí preguntar por una chaqueta de Marc Jacobs-, pero finalmente hallé el tan esperado retrete que me recibió noblemente como a cualquier otro culo aburguesado.

lunes, 7 de enero de 2008

Say « Cheese »



Los conté.
Tenemos 16 quesos en la heladera. Dieciseis, entendés?

1 Camembert
1 Fromage de Chèvre Cendré
1 Fromage de Sassenage
1 Fromage de Chèvre « durito »
2 Comté
1 Roquefort
1 Reblochon
2 Saint Maure
1 Tomme de Savoie
1 Crottin Chèvre aux Noix
1 Chèvre de Trièves
3 Tomme de Chèvre

Mientras hacía el inventario, mi marido amagó con explicarme la diferencia entre los fromage au lait cru ou cuit, pero por suerte un bocado de Reblochon lo hundió en un transe casi orgásmico que lo alejó de nuestro universo el tiempo suficiente como para olvidarse de lo que estaba diciendo. Para cuando retornó a la realidad tan sólo atinó a exclamar “Il est bon!” antes de engullir otro trocito.

Mi relación con los quesos es un poco complicada. Nos llevamos tremendamente bien en cuanto al consumo se refiere, pero soy pésima a la hora de cortarlos. Los destrozo. Los “asesino”, como diría J. La cosa es que en Francia, antes del postre, siempre viene el plato de quesos, con cuanta variedad uno pueda pagarse. Pero sólo se puede hacer uso del cuchillo para servirse, y el tenedor está terminantemente prohibido (las pocas veces que usé la fourchette, J me lanzó miradas de divorcio).

Pero mi más grande problema con este producto lácteo es su tufo que intoxica nuestra nevera constantemente. Porque encima, para mi marido, al queso hay que guardarlo en un plato, cubierto por una bolsa de plástico de supermercado. No vale meterlos en un tupper ni en una boîte à fromage como la que supo regalarnos Madre. No: eso no se hace. Entonces yo tengo que lidiar a diario con el hedor de nuestros dieciseis quesos que contamina el resto de nuestros alimentos y te knockea cada vez que abrís la puerta del frigo. Porque el temita es que –además- a la bolsita con la cual tapamos nuestros quesos siempre se le hace un pliegue que a su vez forma un hueco que deja escapar el olor. Y ni te cuento cuando a algún queso le sale moho, acentuando con su putrefacción –a parte del deseo de J por ingerirlos- la podrida intensidad aromática que invade mi cocina.

Alguna vez De Gaulle se quejó de la dificultad de gobernar un país que produce más de 365 variedades de queso. Y yo lo comprendo perfectamente porque la verdad es que controlar una heladera con dieciseis es absolutamente imposible.

viernes, 4 de enero de 2008

De pura cepa




Al igual que siempre hay un gabacho roñoso para servir de ejemplo a la famosa leyenda que insiste en que los franceses son sucios, también se puede encontrar -sin tanto esfuerzo- algún argentino insoportable y pedante que confirma el tan poco popular rumor de que todos los oriundos de esas pampas así lo somos.

Las generalizaciones son peligrosas. Vaya si lo son! Pero a veces son tan delirantes que uno no puede sino tomarlas a la ligera y reírse de ellas. En el libro “La tía Julia y el escribidor”, los argentinos somos el blanco de las más absurdas y desagradables conjeturas que Vargas Llosa logra descargar a través de la boca del personaje de Pedro Camacho y de lo que éste escribe en sus radioteatros.

Además de tratarnos de asesinos de niños y explicar que la golosina de las porteñas son los piojos que les sacan del pelo a sus hijos (página 306*), cuenta también que la ahorrativa y tacaña dueña peruana de la Pensión Colonial …por ejemplo, no permite que ningún pensionista se bañe sino el primer viernes de cada mes y ha impuesto la argentina costumbre –tan popular en los hogares del hermano país- de no jalar la cadena del excusado sino una vez al día” (página 315*).

Los ataques hacia los criollos continúan más adelante en referencia al particular hábito de unos ancianos en misa que “a veces, sin saberlo, practicaban esa impía costumbre de las gentes de cierto país (conocido por sus vacas y por sus tangos?) de soltar cuescos y hacer sus necesidades con la ropa puesta durante el oficio” (página 375*).

Nos ilustra como una estirpe de salvajes y desaforados subnormales en la página 435*: “Poco después, hubo un partido en que la selección nacional se enfrentó a una pandilla de homicidas, de un país de escaso renombre –Argentina o algo así?- que se presentaron a jugar con los zapatos acorazados de clavos, y rodilleras y coderas que, en verdad, eran instrumentos para malherir al adversario”.

Despotrica también contra las mujeres de mi patria cuando cuenta la historia de Crisanto Maravillas, quien pese a su encogimiento y fealdad “tenía un hechicero atractivo para las limeñas […] Era que, estas mujeres, como las de cierto país que hasta en el nombre de su capital hace gala de pedantería (buenos vientos, buenos tiempos, aires saludables?), tenían la costumbre de preferir a los hombres deformes, por ese estúpido prejuicio según el cual son mejores, matrimonialmente hablando, que los normales?(página 492*).

Y se reserva una particular opinión sobre lo que aparentemente son los hombres de la capital: “En una [radionovela] se sugería, nada menos, que la proverbial hombría de los porteños era un mito, pues casi todos practicaban la homosexualidad (y, de preferencia, la pasiva); en otra [radionovela], que en las familias bonaerenses, tan gregarias, se sacrificaba por hambre a las bocas inútiles –ancianos y enfermos- para aligerar el presupuesto; en otra, que lo de las vacas era para la exportación porque allá, en casita, el manjar verdaderamente codiciado era el caballo; en otra [radionovela], que la extendida practica del fútbol , por culpa sobre todo del cabezazo a la pelota, había lesionado los genes nacionales, lo que explicaba la abundancia proliferante, en las orillas del río del color leonado, de oligofrénicos, acromegálicos, y otras subvariedades de cretinos; que en los hogares de Buenos Aires […] era corriente hacer las necesidades biológicas, en el mismo recinto donde se comía y dormía, en un simple balde” (página 196*).

O sea: una raza de freakies asquerosos y de mala alcurnia, peligrosos y mugrosos, de costumbres muy poco decentes. Unos auténticos monstruos.

Mejor perdernos que encontrarnos...






*Referencia: Mario Vargas Llosa, “La tía Julia y el escribidor”, Punto de lectura, ed.2003, Argentina.

jueves, 3 de enero de 2008

En algunas ocasiones





Aunque sus dientes corroídos por la edad sean amarillos y deformes, aunque tenga anteojos de viejo y barba desprolija, aunque sus ropas huelan a humedad, está rebueno empezar el día con un hombre que te agarra del brazo por la calle y te ruega que no vayas a trabajar y que te quedes con él.

Así. De la nada.

Un desconocido que te alegra la vida.

Restez avec moi, s’il vous plaît!”, suplica.

No puedo.
Sonrío.

Me subo al colectivo y hago cuarenta y tres minutos de trayecto sentada a menos de un metro de un tipo de l’agencecon quien bailé alocadamente hace un par de semanas- que ni si quiera me dice “bonjour”.


miércoles, 2 de enero de 2008

Ilusa

Ya está decidido. Y confirmado. No hay vuelta atrás. Después de que la agencia online anuló la opción pack-Venecia-2-noches-en-tren–2-noches-en-hotel-de-medio-pelo por falta de plazas disponibles, tu marido (y vos?) decidió que el fin de año lo iban a pasar en la montaña. Esquiando.

Te da un poco de frío y otro tanto de fiaca, pero te decís que como plan last resource no está nada mal. Te vas a una casa en el medio de los Alpes, en plan romántico (con un auténtico love-giver francés), a esquiar y comer crêpes de Nutella…Millones pagarían por estar en tu lugar !

Antes de salir (seis horas de auto te esperan para el viaje), él se encarga de preparar todas las maletas mientras vos vas al laburo por última vez en 2007. Cuando llegás a tu casa, él te confiesa que metió toda su ropa de ski en la valija nueva, junto con una botella de vino tinto que explotó, manchando absolutamente todo. El aspecto de tu casita es caótico, pero él se ocupó de resolver la tragedia como pudo, y además es tan hacendoso que no podés retarlo y le das un beso para reconfortar su malhumor.

Desde el primer día en la montaña te quemás la cabeza en silencio, pensando que lo del tinto fue quizás un presagio de algo terrible que ocurrirá durante el weekend. Cuanto más desmenuzás el asunto, más segura estás de que vas a terminar estrolada contra algo o alguien en la pista de esquí, y que probablemente te quedes paralítica para toda la vida.

Pero no. La gran parte de moretones que tenés en tu cuerpo se deben –más que nada- a una caída tonta que tuviste en el jardín, cuando resbalaste sobre una placa de hielo. Milky Girl. Los días pasan. Festejás el 31 a la noche con tu adorado husband comiendo raclette y bebiendo champagne, y cuando emprenden la vuelta a París te decís que quizás lo de la botella de vino fue -en realidad- una suerte de despedida de un año de mierda, y que seguramente este 2008 va a ser mejor. Además, esta vez sí que empezaste el año con una bombacha rosa para la suerte!

Llegás a tu très petit appart parisino aliviada. Lograste pasar con éxito y alegría la nieve, sin accidentes mayores. Eso es! Una actitud optimista para encarar los doce meses que vienen.

Entrás a la cocina y ves que el piso está inundado. Aunque hayas cortado el agua antes de salir, de alguna manera más que misteriosa, el lavarropas expulsó todo el líquido que guardaba en sus entrañas (fácil seis litros), mojando todo el suelo, hasta llegar al parquet que comienza a ponerse negro por la humedad.

Bienvenida!

martes, 1 de enero de 2008

Se excusa por su ausencia