
No da.
Mudanza internacional, más búsqueda de piso en Madrid, más búsqueda de alojamiento para hermano y amigo en París, más laburo, más renuncia, más trámites, más traducción en negro…
Desgraciadamente la suma de todas las partes da un resultado negativo : menos blog.
Y porque además tenés miedo de convulsionar como cuando de chica te agarraban esos ataques epilépticos.
El sólo recuerdo de aquellas épocas te da escalofríos.
Largas pérdidas de conocimiento. Pánico familiar. Ojos en blanco. Gente que pregunta si te babeás.
No da la regresión y empezar en la treintena a consumir Divalproato de Sodio otra vez.
Ya estás grande. Y además, acá no es tan simple comprar dulce de leche como para esconder la pastillita en una buena cucharada y digerirla mejor.
Mejor prevenir que curar: un pequeño stop y después de la pausa volvemos, chicos.
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