Si fueras un travesti y vivieras en India, cómo te vestirías ? Con un sari, por supuesto. Estarías entre el millón de integrantes de la casta de los hijras, y hasta tendrías tu propia fiesta « religiosa » con tu propio dios (Krishna) a finales de abril, en la ciudad de Koovagam.
La leyenda dice que en las vísperas de una batalla, un astrólogo aconsejó al clan de Pandavas a que sacrificaran a un hombre perfecto si querían obtener la victoria. El joven Aravan aceptó morir, pero exigió poder casarse esa misma tarde y así poder disfrutar de su noche de bodas antes de quitar este mundo. Ninguna mujer se interesó en la propuesta (a ninguna le causaba gracia quedarse viuda tan pronto) y entonces el dios Krishna se « disfrazó » de mujer para satisfacer su último deseo. Tras la noche de lujuria, Aravan fue decapitado.
Todo esto lo aprendí en un documental que vi en Arte, Des Saris et des Hommes, en el cual la fotógrafa Anita Khemka investiga sobre estos seres. En general son rechazados por sus familias, viven en comunidad bajo las órdenes de un gurú hijra (cuyos dictámenes son irrefutables), se prostituyen y se adaptan a una jerarquía milenaria con reglas muy precisas. Por ejemplo, la consagración summum de un hijra es el ritual religioso en el cual se lo castra con un cuchillo y sin anestesia.
Anita Khemka –quien sacó la foto que ven arriba- creía que estos individuos nada tenían que ver con ella. Nada más ajeno a su universo que esos hombres perdidos y desgarbados, ultramaquillados, ofreciendo sus cuerpos envueltos en saris. Hasta que, mientras filmaba el documental, un día vio cómo su propio tío estacionaba en la puerta de una casa hijra para solicitar los servicios de un muchacho eunuco de pelo largo.
Muchas cosas que ignoramos, no?
Otra curiosidad que aprendí esta semana es que si fueras pobre y vivieras en Haití, te alimentarías con galletas de barro seco. Pero esa es otra triste historia que tendrán que leer en otro sitio, my friends.
La leyenda dice que en las vísperas de una batalla, un astrólogo aconsejó al clan de Pandavas a que sacrificaran a un hombre perfecto si querían obtener la victoria. El joven Aravan aceptó morir, pero exigió poder casarse esa misma tarde y así poder disfrutar de su noche de bodas antes de quitar este mundo. Ninguna mujer se interesó en la propuesta (a ninguna le causaba gracia quedarse viuda tan pronto) y entonces el dios Krishna se « disfrazó » de mujer para satisfacer su último deseo. Tras la noche de lujuria, Aravan fue decapitado.
Todo esto lo aprendí en un documental que vi en Arte, Des Saris et des Hommes, en el cual la fotógrafa Anita Khemka investiga sobre estos seres. En general son rechazados por sus familias, viven en comunidad bajo las órdenes de un gurú hijra (cuyos dictámenes son irrefutables), se prostituyen y se adaptan a una jerarquía milenaria con reglas muy precisas. Por ejemplo, la consagración summum de un hijra es el ritual religioso en el cual se lo castra con un cuchillo y sin anestesia.
Anita Khemka –quien sacó la foto que ven arriba- creía que estos individuos nada tenían que ver con ella. Nada más ajeno a su universo que esos hombres perdidos y desgarbados, ultramaquillados, ofreciendo sus cuerpos envueltos en saris. Hasta que, mientras filmaba el documental, un día vio cómo su propio tío estacionaba en la puerta de una casa hijra para solicitar los servicios de un muchacho eunuco de pelo largo.
Muchas cosas que ignoramos, no?
Otra curiosidad que aprendí esta semana es que si fueras pobre y vivieras en Haití, te alimentarías con galletas de barro seco. Pero esa es otra triste historia que tendrán que leer en otro sitio, my friends.
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