miércoles, 7 de noviembre de 2007

Asesinando tanos (Parte I)



Cancellara no aparece en los mapas de las guías turísticas de Italia.

Esto era lo único que yo sabía antes de llegar al pueblo de mis antepasados paternos en el verano del 2002. Bueno, eso y que en la estación de autobús de Potenza, la ciudad más cercana, me aguardaban unos parientes lejanos a quienes no conocía.

Cuando llegué me recibió Gerardo (setentón, canoso y bi-dente: dos dientes) quien hablaba un perfecto castellano-porteño, y Camillo (redondo, sin cuello y con cara de bueno) quien se comunicó en inglés.

Me subí al auto con Camillo y nos fuimos a Cancellara donde me esperaba el resto de la familia para cenar. Todos me miraban en silencio mientras comía. Cuando osé dejar restos en mi plato, Camillo -con cara Corleone total- me miró fijo y me dijo “you MUST finish”.

Los primeros días me dediqué a dormir largas siestas, a conocer la casa donde había nacido mi bisabuelo Rocco, y a integrarme un poco más a la familia. Intenté conectarme a internet desde EL ordenador del municipio (que abrieron especialmente para este fin) pero cada vez que lo lograba alguien se me sentaba al lado para ver lo que escribía y me sentía un po´vigilata. Debo aclarar que en Cancellara no hay nada…bueno, sí: EL banco, LA farmacia y EL correo. STOP.

Como encima los cancellareses estaban de vacaciones, la jornada era un verdadero canto al Dolce Farniente. La gente no hacía nada. Na-da. Así que EL programa a la noche era ir a “dar una vuelta” o a “tomar la fresca” a la calle. Esto formaba parte de una especie de lobby que yo practicaba mientras esperaba que Inmmacollata – a cargo de mi expediente – se dignara a "fabricar" mi carta d´identitá, que era para lo que realmente había ido: hacerme de una vez por todas europea.



[continuará...]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa foto es de Cancellara?!?

Agusita dijo...

sip...ahora te dan ganitas de ir?