domingo, 11 de noviembre de 2007

Y tu mamá también !




Lo raro no fue sentarse a una mesa y escuchar una bendición antes de comer.

Ni que el cura libanés tartamudo que había oficiado el funeral unos diez días antes estuviera festejando el cumpleaños de la viuda como si nada hubiera pasado.

Lo extraño no fue que este sacerdote le haya quemado el cerebro en público al pobre de S, hijo de madre soltera, para que vaya a enfrentar a su padre biológico para que lo reconozca de una vez por todas.

Ni que se riera de bromas verdes o que contara lo imbécil que son algunas mujeres que a la hora de la confesión le dicen como quien no quiere la cosa que el matrimonio no se consumó, sin darse cuenta que el marido las engaña a diestra y a siniestra.

Ni que relatara cómo una muchacha le había confesado que el empleado de la tienda de la esquina la tocaba y que este cura reconociera no haber hecho nada de forma directa sólo por guardar el “secreto profesional”.

Lo verdaderamente bizarro, lo que más me shockeó durante toda la noche (al punto de tener que levantarme de la mesa por un irrefrenable ataque de risa), es que este cura libanés tartamudo se llamaba Samer.

Samer, que se pronuncia como “sa mère” (=su madre).

Durante toda la noche, los comensales se dirigieron hacia él como “Père Samer” que sonaba a “Padre Su Madre”.

Padre Su Madre, me pasa la ensalada, por favor?”

Y yo me descostillaba de la risa.

Sin disimulo.

Ay, qué plato!

No?

Había que estar.

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