Yo no sé si ya lo comenté, pero Madre cada vez que me ve (ya sea allá en Baires o acá en París) me carga de regalos varios que producen un efecto de rechazo inversamente proporcional al placer que ella espera despertar en mi persona. Esta especie de aversión no es tanto por los regalos en sí mismos, sino más bien por la cantidad. Madre no me regala una bombacha, sino nueve (el mismo modelo en diferentes colores). Madre no nos provee con una tijera para la casa, sino con un pack de cinco (de tamaños varios y con una función particular cada una).
Madre asfixia.
Madre asfixia.
En estas épocas de shopping navideño, Madre debe estar un poco angustiada porque no me va a ver (y porque por ende no va a poder descargar sus mimos materialistas en mí). Desde hace unos días que Madre calma su sed consumista con la mejor manera que encontró para reconvertir su rol de eternal giver : me bombardea con documentos escritos por mí misma que encuentra en viejos diskettes y me los manda por mail. Uno tras otro. Mi casilla desborda de textos del tiempo de Matusalém que regresan a mi vida en forma de attachment no solicitado.
El último que abrí era un homework que hice a los veintitantos en el Profesorado de Inglés. Me impresiona las vueltas que da la vida y cómo esta mini redacción aparece ahora como una suerte de premonición.
Find in a magazine, in a postcard or in a book, a photograph you like very much. Describe it and say why you like it (100-200 words).
Magic. That’s the word that stroke my mind when I first saw this grey scale printed postcard. I was at a tiny souvenir shop in Paris and I couldn’t help myself from gazing at this hypnotic image for fifteen long minutes before paying two francs for it.
Magic. That’s the word that stroke my mind when I first saw this grey scale printed postcard. I was at a tiny souvenir shop in Paris and I couldn’t help myself from gazing at this hypnotic image for fifteen long minutes before paying two francs for it.
When you look at it you can actually feel the young passion that emerges from that never ending kiss. Her twisted body, captured by the surprising desire of her lover, shapes the central figure of the picture, which is surrounded by the rushed city walkers. If you pay attention to the movement of the bodies you can notice on the one hand, the couple’s statics - which is immortalized by the camera - and on the other hand, a dynamic Paris with all its fifth decade glamour. And when you observe his clothes you can tell that his careless look shows his real life style.
In other words, I think that Doisneau’s photograph amazes me because it could capture that sentimental moment as a symbol of what Paris is – the city of love – from the point of view of a café visitor – so typically French -, both summarizing an idea and showing the city beauty in just one shot.
3 comentarios:
Au, Supongo que a estas alturas ya sabrás que la foto fue preparada. Doisneau preparaba un reportaje sobre el amor en París de la revista estadounidense ‘‘Life’’ y pidió a estos dos estudiantes que posaran para el. Curiosamente la foto del beso quedó fuera del reportaje, pero la agencia RAPHO optó por publicarla, con el consiguiente éxito. A pesar de la autocomplacencia como en esta foto quizás el amor siempre oculta algo de mentira.
no me importa q así haya sido, la foto es muy linda, tus palabras también, pero lo q más me gusta es q Madre te esté mandando esas cosas... gracias Madre!! y please publicá más cosas de cuando eras chica!
jose: sos un aguafiestas! Igual ya lo sabia, pero es de esas cosas que prefiero olvidar, para creerme que la realidad es mas magica de lo normal.
y si, madre es una grande (muy a pesar de sus regalos)
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