jueves, 27 de diciembre de 2007

El precio de la ignorancia



Pero por qué la gente sigue viniendo en este estado ? Mocos, sudores, estornudos. La semana pasada el segundo piso de l’agence desbordaba de empleados resfriados o engripados y yo luchaba diariamente para no contagiarme la peste. Al mismo tiempo me atormentaba el hecho de que una persona no se preservara a sí misma ni se privara de transmitir los gérmenes a sus colegas, y que siguieran todos ahí, al pie del cañon, con un presentismo intachable aunque no hubiera mucho para hacer.

Me hizo pensar en Déborah Ositiansky y sus eternas medallitas de « asistencia perfecta » que le eran entregadas en cada acto de fin de año de la escuela primaria. La piba no faltaba nunca. Y lanzaba una mirada triunfal mientras exhibía su condecoración en la solapa izquierda de su blazer azul que hacía morir de envidia a más de uno.

Pero yo nunca fui una Déborah Ositiansky, y a esta altura del partido creo poder afirmar que nunca lo seré. Así que el viernes en cuanto me sentí un poco pachucha, me pegué un faltazo de aquellos y me las ingenié para que mi médica me hiciera un avis d’arret de travail por gripe. Me quedé en la cama devorando libros, revistas y películas, en los pocos momentos en los cuales me digné a abrir los ojos.

Hoy en el bondi al trabajo me encontré con Jenny que trabaja en el segundo piso conmigo y que obviamente terminó por enfermarse: esta hecha mierda desde hace días. Con la bufanda cubriéndome la boca y la nariz para protegerme de su tos y sus bichos, le pregunté por qué no iba al médico y pedía un arret de travail pour maladie. Me dijo que no por el simple motivo de que cuando haces eso, te descuentan los tres primeros días de ausencia del sueldo.

Merde!

Ahora entiendo todo.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Un topo sudaca okupa mucho espacio

Father Christmas decidió premiarme por adelantado, enviándome su paquete el sábado a medianoche. Llegó en forma de joven-argentino-hermano-de-amiga-de-prima, con mochila al hombro y muchas ganas de okupar mi casa por cinco días.

No es que fuera una sorpresa caída del cielo. En realidad, mi prima me había mandado un mail garronero (que describía al invasor como alguien «MUY CALLADO ASIQ NO TE VA A HACER QUILOMBO») una semana antes. Pero como que yo me había imaginado que la usurpación navideña no se iba a concretar. Es más, como respuesta a su pedido le había adjuntado un link de un albergue de estudiantes en Le Marais. Onda indirecta muy directa. Pero se ve que no lo interpretó como tal.

Cuestión que este desconocido tomó el salón de nuestro très petit appart a cambio de una caja de chocolatines Lindt que ya había sido abierta -y un poco consumida- en el momento de la entrega. El domingo por la noche compartimos lentejas recalentadas y pude establecer algo parecido a una conversación con este muchacho con cara de asesino serial.

Efectivamente Paquito (tal y como decidió apodarlo mi marido) es callado –demasiado para mi gusto-, tímido y miope. De esto último me di cuenta el lunes cuando le dije que le había dejado otra manta para taparse (que en eso preciso instante se encontraba a cinco centímetros de él) y me preguntó dónde estaba, mientras tanteaba con la mano como un ciego. Confirmé mi sospecha a la manaña siguiente, cuando lo vi salir con sus lentes de contacto en la mano y chocarse con la pared mientras buscaba el ascensor.

El martes, muy pancho por su casa, Paquito nos dice que todavía no tiene pasaje para irse a Barcelona el miércoles, pero que nos avisa a la noche hasta cuándo se queda, cuando vuelva de tomar el té en lo de una tía lejana. Tía lejana?! Paquito tiene familia en París y está squatteando en mi sillón-cama, privándome de la poca intimidad que mi marido y yo podemos disfrutar en nuestras vacaciones navideñas? Ah, no! Esto se paga! Aunque afuera haga menos de dos grados!

Cuando volvió Paquito le informamos que nos ibamos de vacaciones muy temprano el jueves por la manaña, así que –que lo sentíamos mucho- pero que tendría que dejar nuestra casa en algún momento del miércoles. El pibe no chistó, pero puso cara tristona y se fue a acostar en silencio. Una vez encerrados en nuestra habitación, J y yo le hicimos una performance de despedida muy porno que Paquito no pudo ver, pero que seguramente habrá podido escuchar...

lunes, 24 de diciembre de 2007

Basic Needs



La última vez que vino, Madre sacó de su bolso Mary Poppins una infinidad de cosas entre las cuales se encontraba una funda de ASIENTO MASAJEADOR DE 5 MOTORES (tal y como lo describe el manual de usuario que acompaña tan singular objeto). Le dije que no cumplía la condición sine qua non que yo le había impuesto para los regalos: que estos cubran una necesidad, preferentemente básica. Me contestó que eso era discutible y que además, sí que respetaba la otra condición que yo había prescrito: no ocupaba (tanto) lugar en el espacio.

A continuación, extrajo la funda de su embalaje, la puso sobre una silla, la enchufó a un transformador argentino-europeo que había traído especialmente, me obligó a sentarme y empezó a darle al control remoto mientras gritaba:

UPPER-BACK MASSAGE on.

Ves que está bueno?

LOWER-BACK MASSAGE on.

No, el ruido no es tan terrible.

WAIST MASSAGE on.

Todo al mismo tiempo, no me digas que no es un placer!

STRENGTH HIGH

Y sentí ahora: más fuerte!

Mientras yo temblaba envuelta en zumbidos y mi marido reía a carcajadas, Madre seguía explicando –cual vendedora de Sprayette- que además tenía la función HEAT que te calentaba todo el “cuerpito” en caso de que hiciera frío.

Una vez que logré convencerla de apagar el aparato endemoniado, le pregunté cuánto había pagado por semejante cachibache, y como no quiso confesar, la reté, diciéndole que era más fácil tirar billetes a la basura. Acto seguido, le dije que no lo ibamos a usar jamás, guardé la funda en su caja y la bajé a la baulera.

Madre resignada sólo alcanzó a mascullar dos palabras: “enana maldita!”.

Hoy es 24 de diciembre y -aunque cueste creerlo- estoy trabajando. En l’agence no hay casi nadie, y como el fin de semana apagaron la calefacción, todo el edificio está congelado. Parece una heladera. Una heladera vacía. Y encima no tengo mucho para hacer.

Podría morir de hipotermia o de depresión. Pero gracias a Madre estoy sentada sobre un ASIENTO MASAJEADOR DE 5 MOTORES que me mantiene calentita, en cuerpo y alma.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Así de guapa



No, no, no y no. Hoy no voy a trabajar. Me proclamo enferma. Aunque los síntomas no sean ni tan fuertes ni tan claros, decido que hoy tengo gripe. Y además, como sé que trabajo el 24, me creo con todo el derecho del mundo a pegarme un faltazo de aquellos. Llamo a mi médica de cabecera y acepta –luego de súplicas insistentes que hago con voz de muerta- verme a las diez y media.

No me lavo los dientes, no me peino ni me maquillo. Recorro los cien metros que separan casita del consultorio de Madame Venatar abrigada hasta los dientes. Cuando me abre la puerta constato que ella está peor que yo, con una auténtica gripe galopante. Sin embargo, esto no le impide tratarme cariñosamente (como lo hace siempre-), tocándome en cuanta oportunidad se le presenta y llamándome “ma belle”.

Qu’est-ce qu’il vous arrive, ma belle?”

¿Que qué me pasa? Tengo un malestar general, le digo, que me siento fragile. Que estuve así toda la semana, que tuve mocos el lunes y el martes, y que ayer me compré un termómetro y verifiqué que tenía fiebre.

Combien?”

¿Cuánto? Treinta y siete y medio. Se ríe y me bardea que eso no es fiebre. Le confieso que la verdad no tengo ni puta idea de cuántos grados son fiebre, pero que me sentía caliente. Me acaricia libidinosamente la cara (a todo esto yo estoy medio en pelotas) y me dice que siempre la hago reír. Como la vez que me preguntó qué tipo de sangre tenía y le dije que era "seropositivo" en vez de "0+". Madame Venatar tardó unos largos minutos en darse cuenta que era todo un malentendido lingüístico y que frente a sus ojos no estaba sentada una paciente con SIDA.

Me dice que me vista, me pregunta si uso Velib, le digo que sí, que uso Velib y bici propia, y entonces dice que “alors, c’est clair, tenés gripe!”. Me receta ibuprofeno, paracetamol, vitaminas, hierro y antibióticos, y me cobra cuarenta euros.

Mientras le hago un cheque me pregunta por mi trabajo. Pongo cara de víctima del holocausto y le cuento que me aburro horrores, que queda en el culo del mundo y que encima la calefacción no funciona bien (que trabajo con mi abrigo puesto y a veces hasta con guantes). Me mira fijo y sin dar más vueltas al asunto le suelto un “no tengo fuerzas para ir hoy”. Sonríe picarona y me ofrece un justificativo para que pueda faltar a l’agence. Gracias. Eso es todo lo que quería.

De rien, ma belle”.

En el camino de vuelta a casa me detengo en un Tabac y me compro un billete para la lotería de Navidad. Hoy me siento con suerte...

jueves, 20 de diciembre de 2007

Go and Mingle, Girl!


Entro al boliche de la rue de la Princesse. Celebran la fiesta de fin de año de l ' agence y no puedo dejar de ir. Alors, es innevitable: esta noche me toca sociabilizar. Ya durante el día había notado que las chichis se habían vestido diferente. Para no ser menos – qué sentido tiene mentir?- yo me había puesto una minifalda y una camiseta cuello bote por si la ocasión ameritaba un look más sexy.

Llego y empieza el desafío. En pocos minutos me encuentro -sin saber bien por qué - discutiendo en el bar con una polaca y con Karin (gran amiga Faceboook), con mi primer vaso de vodka-pomme entre mis manos.

Luego viene el buffet, agarro mi plato y me siento desafiante en una mesa donde no conozco a nadie. Adrenalina. Stress. Al lado mío, Ana me cuenta que tiene ascendencia vasca, y Román, italiana. Le confieso a Ana -quien me contesta de a ratos en un español muy madrileño- que mi abuela también nació en Bilbao. Sé que esta coincidencia establecerá cierta complicidad que me permitirá en breve pedirle a Ana que me convide con un cigarrillo.

Media hora más tarde –justo cuando termino de fumar mi primera cigarette– me desplazo hacia otra mesa para encarar el postre. Entre un nuevo grupo de administrativos y creativos –y con cuatro cocktails y dos copas de tinto encima-, me devoro tres petites crèmes brûlées y empiezo con el champagne. Definitivamente necesito más alcohol corriendo por mis venas para poder bailar desinhibida. El DJ ya arrancó con el dancing y yo no quiero que el dueño de la agencia (allí presente) piense que contrató una sudaca amarga: lo mínimo que puedo hacer es demostrarle que mi cuerpo latino puede danzar a un ritmo más que correcto (muy a pesar de lo que digan algunas malas lenguas por ahí). La polaca ya está como loca en el medio de la pista, y en un acto digno de amiga de toda la vida se me acerca, me agarra el brazo y me arrastra hasta meterme en el medio del grupete de los osados que animan la festichola.

No me queda otra. Hago fondo blanco y muevo las caderas acompañando una melodía brasileña. Por suerte ahora somos multitud los que bailamos y es fácil perderse en el tumulto. Con It’s raining men levanto las manos y canto, cebando a un cincuentón del departamento de Marketing más que entusiasmado con el evento. Pasa el tiempo y con Sympathy for the Devil los muchachos treintañeros se sobreexitan y comienzan un strip-tease.
Pleased to meet you
Le saco la camisa a uno...
Hope you guess my name
Me ayudan un par de chicas del departamento de Relaciones Públicas...
Uu-Uuuuu
Flash, alguien nos saca una foto...
Uu-Uuuuu
Dudo que este tipo de conducta me ayude a integrarme (pero bueno, uno nunca sabe, no?)...
Oh, yeah, Uu-Uuuuu

Pasada la una de la madrugada me descubro en el espejo del baño. Mirada etílica, camiseta cuello bote sudada (dónde habré dejado mi sweater?!) y un bretel de corpiño negro que se asoma poco elegantemente. Es hora de partir. Rescato mi cartera de atras del culo de una gorda diseñadora y me escapo sin despedirme de nadie.

C’est pathétique: es la primera vez en tres años que salgo a bailar en París.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Quién? Yo?



Te despertás con un dolor de cráneo que te parte. Ves que la luz está prendida y que estás acostada en tu cama medio vestida. Una lata de Coca reposa sobre la mesita, al lado del despertador. Tardás un par de minutos en acordarte de la noche anterior : fuiste a la fiesta de fin de año de l’agence y terminaste completamente dada vuelta. Sabés que consumiste cuatro vodka-pomme, dos vasos de vino tinto, y tres copas de champagne. Sorprendentemente para el recuento de ingesta de alcohol la memoria no te falla. Volviste caminando sola (cierto, tu marido está de viaje) en algúna momento de la madrugada, haciendo zig-zag por la rue de Rennes. Te bombardea un flashback auditivo del contestador de tu móvil -que escuchaste en el trayecto de vuelta- de tu madre diciendo algo sobre una “plastic bag”. Y tenés la sensación de haber mandado un mensajito de texto en inglés acerca de tomar algo hoy, pero ni idea del destinatario.

Te levantás, sorteás los obstáculos hasta el baño (el camino está plagado de ropa, zapatos y objetos varios) y te metés en la ducha. Tu pelo apesta a cigarrillo (fumaste?) y aunque te frotás todo el cuerpo con un gel energizante con aroma a papaya, no recuperás fuerzas ni para cerrar la canilla. Te vestís, no te maquillás, te tomás un antiácido-analgésico-anticefaleico argentino que compraste en tu último viaje por dos pesos, y metés una botella de agua mineral en la cartera. Los síntomas de la deshidratación comienzan a resonar en tu organismo.

En la oficina te zumban los oídos y mientras validás 90 páginas de un catálogo en alemán, sentís el peso de la resaca en la cabeza (en la frente cuando mirás para abajo, en la nuca cuando leés sobre la pantalla). Hacés una pausa para ver tus emails personales y con asombro descubrís un mensaje enviado por vos misma a las tres de la mañana. Lo abrís y te encontrás -bajo el título de “Soirée”- una serie de frases incoherentes en tres idiomas diferentes, debajo de un párrafo que comienza con “Entro al boliche de la rue de la Princesse...”.

Tu alma de bloguera no te abandonó ni cuando estabas totalmente embriagada y no pudiste ir a la cama sin registrar tus impresiones de la fiesta.



martes, 18 de diciembre de 2007

Depuis Toujours

A pedido del público y debido a las toneladas de trabajo en las cuales me encuentro sumergida, aquí va otro post rescatado de mis 23 años (gracias a Madre salvadora), cuando todavía vivía en Argentina y los blogs no existían. Muchas cosas han cambiado, pero lo que indiscutiblemente se reconoce es el mismo espiritú MilkyGirl.


Despertarme con un sorpresivo timbre a las casi nueve de la mañana y descubrir la voz del afilador del otro lado del portero eléctrico no era exactamente lo que uno llamaría un buen comienzo del día. La nuca me presionaba los sesos y la sien me perforaba el pensamiento: el tinto y el tabaco, aliados una vez más, habían devenido en una tremenda jaqueca (me encanta esa palabra: ja- que - ca). Una ducha rápida, una Coca Cola muy fría y dos pain-killers (Advil, para ser más precisa) estabilizan mi organismo para enfrentar una inesperada jornada primaveral.

Esperando el subte, creí descubrir al hombre de mi vida. Coincidimos en el mismo vagón, enfrentados en nuestros asientos nos espiamos de reojo. Pienso. ¿Cómo seducir a un extraño en un medio de transporte público? Pienso. No recuerdo ningún consejo de ninguna revista femenina. Pienso. ¿Y si le pregunto la hora? Pienso. ¿Se notará en mi cara que me gusta? Pienso. Y con este último pensamiento, él desciende, sin mirarme, con su diario deportivo bajo el brazo. No! “Boluda total”, pienso.

Ya en la calle, (destino: almuerzo con mamá), mi mente acelera imaginando infinitas fantasías con el chico del metro (en el piso del vagón, sobre la boletería de la estación, en la escalera mecánica, en las vías, en el baño, en el techo del tren, andando obvio...). De pronto, una voz totalmente desconocida me saluda. Levanto la vista y reconozco a un viejo compañero del secundario.

Nos saludamos, nos contamos un poco de nuestras vidas, y sólo después de que me invita a comer, recuerdo su nombre. Adrián es, hoy en día, un profesional con todas las letras: terminó dos carreras (una universitaria y otra terciaria), tiene su propia compañía, gana suficiente dinero y se casará el próximo año con su novia de hace dos. Pero (siempre hay un “pero” en estas historias exitistas), sigue viviendo con sus “papis”.
Ventaja para mí.
Decido, entonces, que el eje de mi relato personal será mi estupendo departamento de soltera que comparto con mi amiga de siempre. Él, no puede contener una mirada envidiosa, y yo prosigo a contarle mi vida, seleccionando cuidadosamente los datos que darán perfil a una “mina copada”: laburo esporádico pero de buena paga, los más increíbles y frecuentes viajes, mejores estudios y una excelente vida amorosa y sexual que luego de sonrisas picarescas decido confesar.

Él no debe enterarse que tiene frente a sus ojos a una loser hecha y derecha.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Foreseeing


Yo no sé si ya lo comenté, pero Madre cada vez que me ve (ya sea allá en Baires o acá en París) me carga de regalos varios que producen un efecto de rechazo inversamente proporcional al placer que ella espera despertar en mi persona. Esta especie de aversión no es tanto por los regalos en sí mismos, sino más bien por la cantidad. Madre no me regala una bombacha, sino nueve (el mismo modelo en diferentes colores). Madre no nos provee con una tijera para la casa, sino con un pack de cinco (de tamaños varios y con una función particular cada una).

Madre asfixia.

En estas épocas de shopping navideño, Madre debe estar un poco angustiada porque no me va a ver (y porque por ende no va a poder descargar sus mimos materialistas en mí). Desde hace unos días que Madre calma su sed consumista con la mejor manera que encontró para reconvertir su rol de eternal giver : me bombardea con documentos escritos por mí misma que encuentra en viejos diskettes y me los manda por mail. Uno tras otro. Mi casilla desborda de textos del tiempo de Matusalém que regresan a mi vida en forma de attachment no solicitado.

El último que abrí era un homework que hice a los veintitantos en el Profesorado de Inglés. Me impresiona las vueltas que da la vida y cómo esta mini redacción aparece ahora como una suerte de premonición.



Find in a magazine, in a postcard or in a book, a photograph you like very much. Describe it and say why you like it (100-200 words).


Magic. That’s the word that stroke my mind when I first saw this grey scale printed postcard. I was at a tiny souvenir shop in Paris and I couldn’t help myself from gazing at this hypnotic image for fifteen long minutes before paying two francs for it.


When you look at it you can actually feel the young passion that emerges from that never ending kiss. Her twisted body, captured by the surprising desire of her lover, shapes the central figure of the picture, which is surrounded by the rushed city walkers. If you pay attention to the movement of the bodies you can notice on the one hand, the couple’s statics - which is immortalized by the camera - and on the other hand, a dynamic Paris with all its fifth decade glamour. And when you observe his clothes you can tell that his careless look shows his real life style.


In other words, I think that Doisneau’s photograph amazes me because it could capture that sentimental moment as a symbol of what Paris is – the city of love – from the point of view of a café visitor – so typically French -, both summarizing an idea and showing the city beauty in just one shot.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Carne Picada

Yo no entiendo, franchement, qué necesidad hay ? Qué necesidad había de inscribirse para hacer el examen de Test de Connaissance du Français? Por qué? Quién te mandó?

Lo que pasa, yo te explico, es que te quisiste hacer la cancherita... “Ay, que tengo mucho tiempo libre!” o “Necesito estudiar algo, sino me siento perdida”...Y claro! A las pelotudas como vos, le pasan estas cosas. En algún momento, ser idiota se paga.

Qué? Quisieras poder cancelarlo, no? Ja! Sí, sí, dale: no vayas, total 80 euros de inscripción que perdés a vos no te hace nada. O-chen-ta-eu-ros, nena! Dos turnos de peluquería en París, un pasaje a Londres en tren, dos supermercados semanales...Sigo? Mejor esto: multiplicalo por cuatro, ponele el simbolito del “peso argentino” al lado y enterate de que en tu país podrías alimentar a una familia tipo durante una semana. Porque, aunque no lo quieras ver, hay gente que se muere de hambre, entendés?

Y ahora sólo faltan 24 horas para tu prueba TCF y no estudiaste un carajo. Y no me digas que tenías mucho trabajo y que estabas a full, porque hasta donde yo sé, tiempo para devorarte Harry Potter and the Goblet of Fire no te faltó. Y encima te me hacés la guapa y hoy a la noche te vas a un cumpleaños. Ni que tu nivel de francés fuese tan bueno como para permitirte estos lujos!

Así que esos nervios y angustias que te carcomen, ya sabés dónde te los podés meter. Hacele frente al countdown con la poca honra que te queda.

Y que sea lo que Dios quiera.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Sharing Mental Notes


No se puede creer la cantidad de mujeres que vi estos días recorriendo las más que frías rues de París con balerinas y sin medias.

Eso.

Ah, y que en el baño del segundo piso de l’agence hay un olor a concha que mata.

That’s all I have to say.

Debo focalizar mis energías sobre la corrección de las 93 páginas que están sobre mi escritorio (y dejar de pelotudear un rato, que el tiempo no sobra).

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Focus



Te desvelás a las 7 de la mañana y dudás si quedarte una hora y media en la cama o levantarte ya. Hace un frío que pela los huesos y todavía es de noche. Pero como los hijos de puta de siempre amenazaron con una semi-huelga, te decís que mejor encarar temprano y tratar de atrapar el bus de las 8, y (por qué no ?) quizás llegar a la hora que abre l'agence y ser de las primeras en entrar.

Cuando llegás a la parada ya son las 8.20 y en la pantallita dice que el 82 llega en 9 minutos (somos muy modernos en París : los buses tardan años, tienen velocidad de carreta, pero siempre hay un monitor que te informa del delay !). Entonces lo ves : ahí, a lo lejos -but at a walking-distance- se asoma Starbucks. No resistís a la idea de “hacer La Total” y salís corriendo hacia allí, entrás, pedís un Caramel Macchiato a toda máquina, pagás a las apuradas vigilando con nervios la calle para que no se te escape el 82, y te vas triunfante con tu bebida calentita en la mano. Llegás de vuelta a la parada justo un minuto antes de que el colectivo se detenga y te abra sus puertas.

Te sentás al fondo contra la ventana. Sabés que el viaje es largo pero no importa : beber tu Caramel Macchiato en compañía de Harry Potter es un placer. Además, pasar por la torre Eiffel siempre te pone de buen humor y ver Trocadéro con el sol de la mañana (la mejor luz, como diría mi madre) no tiene precio.

Inexplicablemente llegás a la agencia a la misma hora de siempre (o sea, igual de tarde), y te desayunás que las 3.000 tarjetas de navidad del cliente español (proyecto del cual sos única responsbable) fueron impresas con doble “n” final en la palabra « información » y sin la primera “r” en « proveedor » .

Quizás, pensás, es hora de que empieces a prestar más atención a tus responsabilidades profesionales y menos a tu lectura, tu trayecto o tu petit déjeuner.

martes, 11 de diciembre de 2007

Qué Bárbara que está Claudia !




Que venía la alemana, decían, para reemplazar a Stef. Que no, que va a incorporarse una semana más tarde de lo previsto. Que sí, que ya llega. Y yo esperaba el día de ayer con gran ansiedad y temor.

Por un lado porque ya estaba harta de hacerme cargo de todos los proyectos de Alemania y de Austria sin entender ni una jota de lo que leía. Me estresaba. Por otro lado, me angustiaba la idea de tener otro alemán en el equipo (son tan alemanes los alemanes !). Y por otra parte (por que no confesarlo, gran parte de mi inquietud se debía verdaderamente a este último punto) tenía un nudo en el estómago y cierta congoja por el riesgo de que nos caiga una Schiffer despampanante para destrozarnos el ego a diario.

Ayer por fin llegó ella, más temprano que todo el resto por supuesto. Se llama Bárbara y tiene mejor francés que yo. Y por suerte es lo único que puedo envidiarle.

Thank God, no worries at all.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Macanuda


Desde que l’agence decidió crear un departamento Web, las cosas empeoraron bastante. No jode tanto el incremento de presencia testicular por los pasillos (ni el olor a bola transpirada en el baño del quinto piso) como el aumento en el número de empleados que bajan a la cocina entre la 1 y las 2 para almorzar.

La aglomeración de personas es tal que las sillas no alcanzan (más de uno come de pie), la cola para el microondas es desmesurada, y la mini nevera desborda de bolsas, tuppers y bebidas. La gente le pone nombre a sus yogures y botellitas (a raíz de algún que otro robo de provisiones), y te putean cuando en los estantes del frigo les bloqueás sus recipientes con los tuyos.

Yo marco territorio como puedo. Mi comida la meto dentro de una bolsa de plástico gris donde se ve un pie de mujer con un zapato negro y se lee “Angelini - Cabildo 1867 - Buenos Aires - Teléfono 4783-2710”. Y a mi lata de Coca-Cola -que reposa en un estante de la puerta de la heladerita- le puse un post it que dice “Touche pas à mon Coca!” (=No toques mi Coca!).

Simpatiquísima la petite argentine!

viernes, 7 de diciembre de 2007

Luna, lunero, cascabelero



Lo extraño. A mi psicólogo de hace 10 años, digo. The last one. Me hubiese venido bien ayer para interpretar mi sueño. Al Doctor Luna le encantaba analizar mis innumerables sueños. Y yo tenía la impresión de ser su festín semanal.

Él me llamaba por mi primer nombre, y yo a él por su fantástico apellido. « Luna, estoy un poco pachucha estos días », y él sonreía. Le gustaba que lo llamara así y que al mismo tiempo lo tuteara. Siempre tenía el mismo traje, con saco cruzado, y corbata hiper grasa. Y en invierno se ponía encima una campera negra de cuero, un poco de portero ochentoso. Durante mucho tiempo tuve la sospecha que era gay, pero cuando me atreví a preguntárselo me mostró la alianza en su anular y una foto de su hija de seis años.

El consultorio era super sencillo y durante las consultas yo fumaba un cigarrillo tras otro, sentada en un catre que seguramente de grande quería ser diván, sepultada bajo almohadones hippies roñosos.

Teníamos sesión todos los jueves a las 7 de la tarde. La mayoría de las veces yo terminaba llorando y con la cara bastante desfigurada. Como enganchaba directamente con mis cursos nocturnos que empezaban a las 8, salía corriendo para llegar sin retraso a mi clase de "Entrevista y Espectáculos", atravesaba tres cuadras hasta la escuela de periodismo, y entraba en el aula cabizbaja donde alumnos y profesores me miraban como si fuese una loca recién escapada del manicomio (como verán, los problemas de integración ya los tenía desde aquel entonces).

Cuando al cabo de tres años me quiso dar el alta, lloré, pataleé, y le rogué que por favor no me dejara. Me dijo que ya era hora, y que el problemita básico por el cual yo había empezado terapia ya estaba superado. Lo miré sorprendida y le expliqué que yo no había recurrido a él por una cuestión en especial, sino por un estado conflictivo general. Hizo una mueca con los labios, tratando de reprimir una sonrisa, y como quien saca un arma escondida de la manga, soltó: “Edipo”. Le dije que, con todo el respeto del mundo, creía que se estaba confundiendo de paciente. Agarró el cuadernito donde garabateaba durante mis confesiones, lo abrió en una de las primeras páginas, y mientras guiaba con su dedo índice un párrafo sentenció: “En una de nuestras primeras charlas me contaste que habías soñado que estabas embarazada, que en el vientre llevabas a tu hermana María...que es hija de tu papá y su esposa, si no me equivoco”. Ante mi cara de “no-entiendo-a-dónde-vas-con-esto”, agregó: “con quién pensás que hubieras tenido que hacer el amor para ser la madre de tu hermana María?”.

PUF!

Cachetazo.

Ganas de tomar una ducha.

De rociarme con un spray desinfectante de perversidades incestuosas.

Verguenza. En cantidades industriales.

Creo que tardé un buen rato en reaccionar. Cuando lo hice, no podía mirarlo a los ojos. Me puse el abrigo, murmuré algo sobre el incosciente y sus jueguitos tramposos, le pagué lo que le debía y me fui con un “hasta siempre” lleno de pudor.

Nunca más lo volví a ver.


jueves, 6 de diciembre de 2007

Sueño



Mi marido J y yo estamos en el palacio Elysée, en un salón estilo Louis algo, esperando a que Sarkozy nos termine de explicar las asignaturas sobre las cuales su hijo de aproximadamente 11 años (quien si realmente existe) necesita apoyo escolar. J (transformado en profesor privado) se va con el niño a otra sala, Sarkozy desaparece, y yo me quedo mirando la tele con la hija adolescente del presidente (quien no existe en nuestro mundo real), para hacer tiempo.

Cuando terminan, aparece mi jefa (la verdadera, la de l’agence) y me dice que es la responsable de encontrar un buen destino de vacaciones para Sarkozy. Agrega que descubrió una hermosa casona en Buenos Aires y que quiere mi consejo. Prende una tele y nos muestra imágenes de la (verdadera) casa de mi abuela, en la calle Olleros. Le confieso que conozco muy bien la propiedad y entonces ella sugiere que nos teletransportemos los 3 para visitarla.

Así lo hacemos: recorremos pasillos oscuros y habitaciones gigantes mientras otro grupo de potenciales compradores hace lo mismo con un empleado de una inmobiliaria. Cuando salimos al jardín, mi jefa me pregunta si no hay serpientes, le juro y le perjuro que no, nos adentramos en el césped bastante crecido y ZAS! Una víbora me pica en el tobillo. Me hago la que aquí no pasó nada, desprendo al reptil ofidio de mis carnes (porque todavía seguía mordiéndome) y le corto la cabeza con un machete.

Significado ?

Alguien ?

Hoy me internan.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Under Attack



Me llama Jack -el americano de la imprenta de Montpellier- y me dice –en un francés muy yankee- que necesita que le fowardee un email de la cliente portuguesa con la dirección a dónde hay que mandar las tarjetas de navidad que pidió. Le explico –en mi francés muy hispánico- que lo haría con mucho gusto, si no fuese por el pequeño inconveniente del día: el sistema de envío y recepción de emails no funciona. Le sugiero una triquiñuela retro para resolver el problema: imprimo el mail y se lo mando por fax.

A la media hora me llama de vuelta para decirme que no recibió nada. Le digo que se fije bien, que tengo el acuse de recepción en la mano, pero insiste en que no. Y me propone que le dicte la address en cuestión.

Junto coraje y empiezo a dictarle en francés la info en portugués. Imposible, no caza nada. Se la leo en portugués (con una pronunciación argento-brasileña que rescato de mis vacaciones adolescentes en Florianópolis), pero tampoco. Así que empiezo a deletrear en francés. Me estresa muchísimo deletrear en francés. “Epéler”, como dicen acá. Y más si lo hago en un open-space a los oídos de todos los que conviven conmigo en el segundo piso.

Erg-i-te-a-bla-bla-bla-dubl-el...y llego a una “ç”. Merde! Le hago señas a mi jefa y le dibujo el símbolo en el aire, me ayuda “ce-cédille”, y continuo. Él sabrá lo que es una cedilla? Sigo. Erg-poan-espas, no, “espacio” no, la palabra “espace” pero en inglés, como “espeis”, le aclaro, “s-p-a-c-e”. Uf! Levanto la mirada y la veo a mi jefa y a mi compa inglés mirándome y riéndose. Sigo. Empiezan los números y después otra vez letras. Cada vez que hay una “g” o una “jota” se me estremece la aorta ya que se pronuncian inversamente en inglés y en francés (la “g” es “shi” en inglés, y en francés es “she”, y la jota es “shei” en inglés y “shi” en francés). La escucho a Berengère que me grita si necesito ayuda, y el resto festeja con carcajadas. Le sugiero a Jack que ahora él lea todo para confirmar, pero que mejor en inglés. Empieza y me mezcla palabras pronunciadas en inglés y otras en francés. Lo voy corrigiendo, mitad en inglés, mitad en francés, mientras me doy cuenta que esto es muy arriesgado y que las tarjetas nunca van a llegar a destino. Me pide que relea todo, y cuando lo hago ya esta todo el mundo en la oficina descostillándose de risa.

Y justo en ese preciso instante empieza a sonar una sirena.

El primer miércoles del mes, a las 12 en punto, se activa el réseau national d'alerte (RNA), con sirenas que se escuchan por toda Francia durante un minuto, una costumbre heredada de la Segunda Guerra Mundial. Esto se hace para testear que la alarma funciona por si realmente hubiera una emergencia (catástrofe natural, ataque terrorista, etc), en cuyo caso la secuencia sonora se emitiría tres veces con intervalos de 5 segundos y uno debería entonces encontrar refugio y poner la radio en cualquiera de las cadenas públicas para informarse y seguir las instrucciones.

Yo toda esta data la tengo super digerida desde hace bastante tiempo. Yo sé lo que esa sirena significa. Pero en ese momento pensé que era la alarma detectora de imbéciles. O de humillaciones públicas.





martes, 4 de diciembre de 2007

A stickman and a horse

Una de las experiencias más extrañas de mi vida sucedió durante una entrevista en la academia Georges V cuando -ni bien llegada a París- me puse a buscar laburo de teacher.

Antes de la cita, me habían dado una consigna : preparar una actividad que durara menos de 5 minutos –y que no tuviera NADA que ver con English teaching- para demostrar mi capacidad pedagógica. Era una audición (entrevista colectiva) y había que llevar los materiales necesarios.

Llegué y me recibió un inglés con bigote de camionero –ese que empieza con dos líneas paralelas desde la barbilla, subiendo cada una por su costado hasta unirse en en bozo- con un acento super British y mucha simpatía. Me advirtió que sólo eramos 2 candidatas y que comenzaríamos pronto.

La otra llegó tarde, con sus 40 años, un francés perfecto, inglés raro y origen incierto. Me dijo que era italiana, después iraní, y al final se excusó con que era ciudadana del mundo y amaba europa : « Europe is home for me now ».

Nos dejaron solas para llenar unos formularios y me preguntó que qué quería decir “TEFL”. Su inquietud me sorprendió bastante, ya que TEFL significa « Teaching English as a Foreign Language », lo cual quiere decir que si una teacher no sabe lo que es TEFL, es porque no es teacher.
Le expliqué, le di ejemplos de lo que era un certificado TEFL y terminamos de completar todo.

Volvió el camionero y nos explicó un poco cómo funcionaba la academia (“we are not Berlitz, we do not want to be as big as Berlitz, bla bla bla, we teach how to do things in English…bla bla bla…”) y luego le dice a la otra que empiece con su actividad.

La mina va al lado del pizarrón y dice que nos va a enseñar a dibujar un STICKMAN :



Pero dice que está muy estresada y que si puede sacar sus FICHAS de LECTURA .
Saca sus fichas con su SPEECH escrito y se pone a LEER.
Y a dibujar… « First, you draw a circle…this circle is the head…”
Y dibuja.
Y lee: “Then, you need a body, in order to have a body you draw a line…”

Yo no lo podía creer. No quería mirar al tipo porque pensé que iba a explotar de la risa. Así que cuando la mujer me miraba (para ver que tal iba yo, en tanto alumna, con MI dibujo del stickman), yo le decía « Mmmmm…interesting… ».

Para concluir explicó « and finally you can draw the hands…and five fingers… one, two, three, four, five !! » y dibujó un círculo con cinco palotes para los dedos.

Pero AHI no termina la historia. Una vez finalizada su tarea, el camionero le dice mirando el curriculum:

Camionero : Veo que viviste en muchos países…
Loca : Yes, I did. And you know what? Three years ago I bought a horse. When I first met him, he didn’t like me…but now we are very close

Y continuó con un monólogo de treinta minutos. Treinta minutos cronometrados, describiendo la relación que tenía con su caballo !

Cuando por fin se dignó a callarse –tras infinitos intentos del camionero por hacerla concluir- lo hizo con una frase : “And one more thing : I want you to know that I am very talkative…”

Gracias por la aclaración…Loca, loca de mierda !

Yo estaba desencajada.

No podía creer lo que acababa de pasar.

Obvio que mi activity no fue nada del otro mundo –era una manualidad con papel-; pero al lado de SEMEJANTE DESQUICIADA creo que quedé bastante bien parada (aunque debo confesar que nunca más volví a saber de ellos).

Lo más gracioso de todo es que cuando me fui, la escuché decirle al pobre de BJ McKay And I want to tell you something more… », a lo cual redoble la marcha y salí corriendo.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Abre tus ojos



No sólo es este año el primero de mi vida en el cual no estudio nada de nada, sino que también (y a consecuencia de esto) es la primera vez en mucho tiempo que puedo leer realmente lo que quiero (y no lo que me impone una institución educativa). De esta manera (y aprovechando largos trayectos diarios) me devoro uno tras otro los libros a piacere. Con cierto orden : uno en español, uno en inglés (que suele ser un tomo de Harry Potter) y uno en francés. En este último idioma terminé hace poco « L’Immeuble Yacoubian » (« El edificio Yacoubian »), una novela escrita por el egipcio Alaa El Aswany sobre la sociedad del Cairo.

Lo mejor no fue que me enganchara desde la primera oración, sino su función totalmente instructiva. Aprendí mucho. MUCHO. Sobre la vida en el mundo árabe, tenemos mucho que aprender. Cómo viven los musulmanes ? Cómo conviven con otras religiones ? Qué roces hay entre los que son más practicantes que otros ?

Lo que más me sorprendió fue la presencia de la religión en cada minuto de la vida cotidiana. Hay muchos individuos que respiran el Islam, transpiran el Islam, piensan el Islam, caminan el Islam…todo es Islam. Y uno empieza a entender a la gente que actua así. El Islam está tan incrustado en la rutina diaria de todo el país, que es lógico que sus vidas estén regidas por éste. Es más: no choca -en lo absoluto- la sed de uno de los protagonistas por tomar parte activa en la djihad.

En la página 131, uno de los personajes dice : « La democracia significa que la gente se gobierna a sí misma, que la gente gobierna para la gente, y el Islam sólo reconoce al gobierno de Dios ».

Creo que aunque sólo sea con esta frase, uno puede empezar a entender el por qué de muchos titulares de los diarios...