Estaba yo deambulando por las calles de Amsterdam, a la búsqueda de algún baño decente para descargar mi pequeña vejiga que, luego de tantas horas de caminata, ya estaba al borde de explotar.
-Excuse me, sir. I need to pee. Urgently. Do you know where I can go?
-There.
-Excuse me, sir. I need to pee. Urgently. Do you know where I can go?
-There.

-But how am I supposed to do that? I’m a girl: I haven’t got a penis.
-Well, you should get one.
Viendo y considerando la emergencia de la situación, me dirigí al primer Sex Shop que encontré. Me ofrecieron esto.

Que el lila esta de moda esta temporada. Que es de los últimos modelos en salir. La línea Mr Big es la más « real », con venitas y todo.
Pero costaba un huevo. Así que no lo compré. Salí a la calle, en busca de algo fálico que pudiera sustituir un pene de goma…
Y saben qué ? Lo encontré enseguida.

Arranqué el pequeño poste de la vereda y comencé a buscar un urinal donde por fin mear.
Típico: cuando no los necesitas, están por todas partes; cuando tenés un apremio orgánico, escasean.
Y si hago en un riconcito? Atrás de un árbol ?
No, justo acá está prohibido.

Por fin encontré un urinoir, al abrigo de los transeúntes. Me bajé los pantalones, me puse mi pito nuevo (que, by the way, pesa mucho) y finalmente hice pis.
Les cuento, chicas, que es mucho más cómodo mear como hombre. Y para qué mentirles, el « trozo » ahí abajo te da como una sensación de poder que nunca antes había sentido. Y si quieren que les diga la verdad verdadera, creo que me lo voy a dejar puesto por unos días.
Y a probar cosas nuevas !

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