lunes, 6 de agosto de 2007

Dónde estás, negro?

En las parejas, hay discusiones que reaparecen con cierta frecuencia, en las cuales cada uno siempre defiende el mismo punto con las mismas justificaciones y la misma energía.
J y yo tenemos una que invade nuestras vidas, digamos, una vez cada tres meses. Dicha batalla dialéctica concierne a “la gente de color”.

Que Francia es un país abierto, donde todas las razas tienen los mismos derechos y oportunidades.
Que no me vengas con la égalité cuando no tenés ni un amigo negro.
Eso no tiene nada que ver.
Ah, no? El único negro que conocemos es el portero.
Mentira, hay un vecino negro, lo vi sacando su Mercedes.
Eso te lo estas inventando!
No digas burradas, además ahora tenemos uno en la familia: el marido de mi prima Lucie.
Quién? El único invitado negro de nuestra boda? Bravo, sumado al portero ya van dos negros en nuestras vidas!
Etc, etc.

La verdad es que en mi vida, hay solo uno. Y sí, es el portero de casa: Francis, mon amour.
La primera vez que lo vi, pense en el negro de la publicidad de chocolate Aguila. Con su sonrisa tan luminosa, Francis siempre me alegra las manañas.
Al principio, como registró que era extranjera, me saludaba con un gran 'ELOU (el típico Hello francés) que solía dejarme en off-side con respecto a la réplica.
Luego, cuando se enteró que venía de Argentina, empezaron los 'ELOU, MARADONA, ARSHENTINA y enseguida pudimos establecer la comunicacioón con pequeños diálogos. Por aquel entonces, mi nivel de francés no diferenciaba los registros y por consecuencia lo tutee desde el vamos, y él a mí. Se ve que no había muchos vecinos que hicieran lo mismo porque Francis se entusiasmaba más y más con nuestros encuentros y no pasó mucho tiempo hasta que comenzamos a saludarnos con dos besos. Se desilusionó cuando me quiso hablar de fútbol y le dije que no me interesaba. Supo consolarme cuando me enfermé, y yo a él con sus problemas de ciática. Se emocionó cuando le presenté a mi madre (con quien también anda a los besos), y cuando le conté de mi nuevo trabajo. El otro día vino todo excitado a decirme que habia leído lo de la nieve en Buenos Aires.

La semana pasada se fue de vacaciones, y ahora hay una vieja que limpia el palier a regañadientes. Extraño su sonrisa matutina y sus “Qu’est-ce que vous êtes belle ce matin!”, que era lo más parecido a un piropo que podía tener en esta ciudad...

1 comentario:

Anónimo dijo...

me encantó! me emocionó! gracias x hacer q empiece así mi viernes