lunes, 20 de agosto de 2007

Naturismo Europeo

Este finde me tocó ir a La Rochelle, a visitar a Philippe –un amigo de J- y su mujer alemana, Ursula. Ella es pelirroja y muy flaca. Su nivel de francés es similar al mío y quizás sea por eso que nos llevamos tan bien, desentendiéndonos mutuamente.


Cuestión que estabamos las dos tiradas en la playa, cagándonos de frío, mientras nuestros machos galos nadaban en el mar. A pocos metros había una femme de mediana edad en lolas y entonces le pregunté a Ursula si ella hacía topless (mental note : tengo que averiguar cómo se dice topless en francés porque al principio no me entendió). Me dijo que sí, que incluso lo practicaba en Munich, cuando iban a hacer un picnic al lago, donde algunas personas hasta hacían nudismo total. Le divirtieron mis ojos en shock, y entonces me contó que a veces van a un sauna mixto, donde la gente suda completamente en bolas.
Le dije que yo nunca podría, que soy muy pudorosa. No solo con mi cuerpo, sino que tampoco me banco ver a los otros desnudos. Como ejemplo, le relaté lo que me sucedió el año pasado, durante un weekend en la casa de campo de unos amigos:

Eramos como 30 invitados de distintas partes del mundo. Para alojar a todos, se instalaron carpas e inclusive hubo quienes durmieron à la belle étoile (sí, sí, yo misma y mi campestre marido fuimos de los pocos que se atrevieron a dormir al aire libre), dado que la casa era muy pequeña. Tenía un ambiente grande con mesa, sillones y tres camas, y un único dormitorio con una cama matrimonial, una bañadera (oui, oui, en la chambre) y una especie de armario que albergaba un inodoro (también dentro de la habitación). O sea que para ir a hacer pis tenías que atravesar todo el dormitorio y encerrarte en el WC, que dicho sea de paso no cerraba bien. Era eso o ir a hacer al bosque, como tranquilamente hacia J. Una de las veces que osé llevar a cabo dicha travesía para saciar mis necesidades, me encontré con la puerta de la chambre entreabierta. Golpeé y pedí permiso para pasar. Desde adentro, una voz femenina y una masculina asintieron. Abrí la puerta y me encontré con una alemana en bolas, sentada en la bañadera sin cortina, con duchador en mano, lavándose sus partes íntimas mientras charlaba con su amigo austríaco (a quien no veía desde hace tiempo, según me explicó) que estaba sentado –completamente vestido- en el borde de la tina. Me encerré en el toilette, hice pis, junté mucho coraje para salir, y volví a pasar por al lado de estos dos que se ponían al día como panchos por su casa. Un horror!

A Ursula no le pareció tan grave, y me dijo que ella podría llegar a hacer lo mismo, dependiendo del amigo y de quiénes pudieran irrumpir en la salle de bain en dicho momento. Le dije que yo ni loca. Que será cultural, todo lo que quiera, pero que había cosas a las cuales yo no podía ceder. Ni siquiera como testigo.

En ese momento J y Philippe salieron del agua y se nos acercaron. Philippe tenía frío. Se secó con la toalla, se puso una remera y se sacó el traje de baño. Ahí, delante de todo el mundo. Delante mío. En culo. Se cambió y se puso un short. Y no es la primera vez que lo hace. Y no, y yo no me acostumbro...

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