Hacía ya varios días (por no decir semanas) que nuestro inodoro funcionaba mal. Tirar de la cadena era una suerte de ciencia ya que requerría un alto grado de destreza para no mojarte la mano en el tambor cuando levantabas el cilindro central y bajabas la palanquita de la izquierda.
Vaya a saber uno por qué, el sábado a la mañana J decidió que ya era hora de acabar con esta pesadilla y se puso manos a la obra para reparar de una vez por todas el WC. Me advirtió que hiciera mis necesidades porque luego cortaría el agua y no podría hacer uso del toilette. Hice pis y volví a la mesa a terminar mi desayuno, completamente despreocupada por las “otras” descargas orgánicas ya que–como la mayoría de las mujeres de mi edad- tengo bastantes problemitas de estreñimiento. Di la última cucharada a mi Activia con ciruelas, y me puse a leer mientras mi marido se dedicaba a lo suyo con sus herramientas y su espíritu de plomero.
No había pasado ni media hora cuando la naturaleza hizo su llamado (por primera vez en la historia el maldito yogurcillo tuvo efecto inmediato!) y al instante le comuniqué a J que necesitaba hacer uso de las instalaciones en reparación.
“No way. El agua está cor-ta-da. Entendés? Y el inodoro desarmado. Asi que imposible reconectarla.”
Merde! Dónde podría ir? No conocemos a ningún vecino y además, yo soy de esas que sólo logra hacer number two en su casa. Traté de controlarme y aguantarme, pero no pude. En breve empecé a sudar de la desesperación y a generar espasmos abdominales. Dónde podría ir?
El toro por las astas, me dije. Me puse mis pendientes de perla y oro blanco, mi anillo de diamantes, un sweater de chachemire y la chaqueta Louis Vuitton. Me maquillé un poco, agarré los guantes de cuero negro, salí y me fui en bici al Bon Marché (la galería comercial más fina de París). Encaré la entrada con una actitud de star (tal y como alguna vez lo hizo mi amiga Emily al entrar al Ritz en solerita y ojotas), saludé al guardia y comencé a recorrer con cierto apremio los pasillos de ropa de moda y precios irrisorios. Tardé un buen rato en encontrarlo –y además debo confesar que me retuvo como hipnotizada el stand de Tsumori Chisato y que para disimular un poquito también debí preguntar por una chaqueta de Marc Jacobs-, pero finalmente hallé el tan esperado retrete que me recibió noblemente como a cualquier otro culo aburguesado.
4 comentarios:
¡Esto no fue por el activia ni de coña! Quizás alguno de los 16 quesos podridos del post anterior…
No nos conocemos, pero te quiero contar que soy una admiradora tuya. Me encanta lo que contas y como lo contas. Me da mucha gracia!
Saludos
welcome, cori!
y yo te quiero contar que me encanta saber que la gente me lee...gracias x el comment!
Cori la famosa Cori?!
Dos veces bienvenida!!
Al lounge VIP!
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