El tema del almuerzo en l’agence es un poco delicado ya que a mi jefa-amigota le gusta comer en su escritorio y por una cuestión de cortesía yo termino siempre acompañándola. Pero el resto de los empleados siempre come en el sótano, donde se encuentra la cuisine colectiva. Y todos los mediodías yo me pierdo una oportunidad clave para interactuar con la gente y tratar de una vez por todas de integrarme.
Pero hoy decido que es tiempo de cambiar. Le digo a mi jefa que prefiero comer abajo, « for a change », y la dejo solita.
Bajo a la cocina. Hay dos mesas : una con sillas y otra sin. En la que tiene sillas están sentados Freak Number One (una especie de nerd aggiornado del departamento Web, con remera azul modernosa y piercings por todas partes) y Freak Number Two (es una persona obesa cuyo sexo no puedo adivinar, con pelo lacio por los hombros, tetas y anteojos). Desconozco los nombres de ambos.
Me parece muy fuerte agarrar una silla e irme a la otra mesa. Entonces me instalo junto a ellos (entre ellos mejor dicho, ya que cada uno está sentado en una punta) y empiezo a comer.
Freak Number One se burla de mi almuerzo (un tomate, media ensalada de zanahoria rallada, y una sopita Knorr) y en cuanto le contesto que sí, que « c’est franchement pénible », sonríe y me pregunta de dónde viene ese petit accent. Le digo que soy argentina y entonces me empieza a hablar de Maradona, del tango y de las pelis de mi país que Freak Number One adora. Mientras charlamos, Freak Number Two hace sonidos raros (como imitando el chirrido de una puerta) y de vez en cuando participa agregando un « oui ».
Por fin llegan todos los que trabajan en mi piso (a quienes yo ya puedo identificar) y como en manada pasan por mi mesa, secuestran las sillas restantes y se instalan en la otra mesa. El único que se detiene dubitativo es mi compañero inglés, Rod Stewart, quien apoya su panini al lado de mi plato, mira a Freak Number One, a Freak Number Two y luego a Freak Number Three (o sea yo) y dice “bon appétit” antes de irse a comer con los otros.
Pero hoy decido que es tiempo de cambiar. Le digo a mi jefa que prefiero comer abajo, « for a change », y la dejo solita.
Bajo a la cocina. Hay dos mesas : una con sillas y otra sin. En la que tiene sillas están sentados Freak Number One (una especie de nerd aggiornado del departamento Web, con remera azul modernosa y piercings por todas partes) y Freak Number Two (es una persona obesa cuyo sexo no puedo adivinar, con pelo lacio por los hombros, tetas y anteojos). Desconozco los nombres de ambos.
Me parece muy fuerte agarrar una silla e irme a la otra mesa. Entonces me instalo junto a ellos (entre ellos mejor dicho, ya que cada uno está sentado en una punta) y empiezo a comer.
Freak Number One se burla de mi almuerzo (un tomate, media ensalada de zanahoria rallada, y una sopita Knorr) y en cuanto le contesto que sí, que « c’est franchement pénible », sonríe y me pregunta de dónde viene ese petit accent. Le digo que soy argentina y entonces me empieza a hablar de Maradona, del tango y de las pelis de mi país que Freak Number One adora. Mientras charlamos, Freak Number Two hace sonidos raros (como imitando el chirrido de una puerta) y de vez en cuando participa agregando un « oui ».
Por fin llegan todos los que trabajan en mi piso (a quienes yo ya puedo identificar) y como en manada pasan por mi mesa, secuestran las sillas restantes y se instalan en la otra mesa. El único que se detiene dubitativo es mi compañero inglés, Rod Stewart, quien apoya su panini al lado de mi plato, mira a Freak Number One, a Freak Number Two y luego a Freak Number Three (o sea yo) y dice “bon appétit” antes de irse a comer con los otros.
1 comentario:
jajaja excelente! bueno, la lesson aprendida es: bajar después q todos lo hicieron.
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