viernes, 5 de octubre de 2007

Ni Ashley ni Mary-Kate



Luego de un tedioso y agotador día de trabajo y de un corto examen de italiano en mi curso nuevo, llego a casa bastante tarde y me encuentro un mensaje de Sarah. Dice que tiene entradas para una fiesta privada de un designer de la Fashion Week, Corto Moltedo (quien lo conozca que levante la mano), que si quiero ir que nos encontramos a las 21.15 en el número 30 de la rue de la Boétie, en el huitième.

La verdad es que estoy destroyed, pero desperdiciar un poco de vida social me da lástima, así que me calzo mis Levi’s 471 cintura alta (gracias a Dios volvió esa moda que te ayuda a controlar todo eso que a los treinta empieza a caer !), mis zapatos LV negros, y mi tapadido Audrey-retro, y me voy en metro a mi rendez-vous.

Un piso divino en planta baja, con un jardín enorme, servicio de catering, dj cool y decoración trendy. Y muuuuucha gente de ese ambiente de modelos y diseñadores, que por supuesto no conozco.

Lo que Sarah no me dijo en su mensaje fue que para pasarla realmente bien había que :

-Medir más de 1,70 y vestirse casi en bolas, o
-Ser exóticamente negra y hermosa, y trabajar como buyer para Chanel (btw, qué carajo hacer una buyer ?), o
-Llamarse Gemma, haber hecho la última campaña de Lagerfeld o Gaultier, y quebrar en la cola de los baños fumando porquerías, o
-Ser pelirroja (ver foto), usar sombrero de hombre, y estar agotada por haber hecho tantos desfiles en una semana, o
-Ser italiano canchero, cocainómano y excesivamente generoso, o
-Ser estilista sudaca, pelado, y contar tooooooda la noche (en una mezcla de italiano-francés-inglés-español) lo simpáticas que son las gemelas Olsen que conociste la noche anterior.


Pero como yo soy más bien chiquitita, no consumo drogas ni gano millones por ser fotografiada, y como además mi flequillo retobado me impide claramente tener un look digno, no duré más que un par de horas en este curioso mundillo, que al final me pareció muy poco merecedor de mi presencia.


No hay comentarios.: