martes, 30 de octubre de 2007

On celery and Mary Shelley


Corté con Chess y le dije a J : « Tenemos que comprar apio, Chess dice que cuando hacés régimen y te querés meter algo en la boca, no hay nada como el apio ».

J se rió y después se burló un poco de la « palabra santa » de Chess.

Es verdad. Y no me avergüenza. Chess me dice que me tire al río, y yo me tiro. Chess podría haberme sugerido « con éste no te cases », y yo con J no me casaba. Es más: Chess tomó muchas de las más grandes decisiones de mi vida (desde dejar el nido materno, terminar una carrera, renunciar a un trabajo o acudir al hospital en alguna que otra situación de emergencia).

Todo mi respeto, creo, se lo ganó cuando nos quisimos eximir de educación física en el colegio y ella presentó una justificación médica (firmada por su abuelo) en la cual alegaba que su alergia al césped le impedía continuar con las actividades deportivas escolares.
Y se la aceptaron.

Agarro mi Penguin Popular Classics de Frankestein tapa blanda, abro en la página 204 y leo en voz alta una frase resaltada con verde :

“… THE COMPANIONS OF OUR CHILDHOOD ALWAYS POSSESS A CERTAIN POWER OVER OUR MINDS WHICH HARDLY ANY LATER FRIEND CAN OBTAIN.”

Yo : Ahora entendés ?
J: Sí, perfectamente. Y no te lo discuto. Ya sé que la palabra de Chess vale más que la mía. Solo te quiero decir una cosa : Chess es igual de desastre que vos !

A pesar de este desagradable comentario final, al día siguiente J se levantó, fue al marché y volvió con una bolsa llena de apio.

Il a tout compris, évidemment.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó! y estoy 100% de acuerdo!! (no con la pavada del apio si no con lo que determinados amigos representan para nosotros y nuestras decisiones)
de todas formas, y x las dudas... voy x el apio!